Cuando los barrancos no eran profundos
y las montañas aún eran jóvenes,
los frutos crecían junto a las cuevas y a las laderas,
los hombres erguían sus cabezas,
las estrellas iluminaban las sombras.
Aprendimos los nombres de los animales y de las plantas
y dimos nombre a nuestras familias.
Hablábamos la primera lengua.
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