Estas muertes deben apuntarse en el "debe" de la clase política española, sobre todo de aquella que gobierna, culpable de que la crisis, que ha sido superada o neutralizada en muchos países, perdure en España. Incapaces de ser austeros y de renunciar a sus muchos e inmerecidos privilegios, siguen endeudándose y despilfarrando como si no existieran los problemas. La escasez de dinero lo suplen incrementando los impuestos, lo que provoca cierre de empresas y pobreza. Son unos desalmados y como la Justicia no les reclama lo que deben a la sociedad y a la Historia, debe ser el pueblo quien los desprecie y castigue, primero en las urnas y cuando sea posible en los tribunales.
Mientraslos pobres mueren, se suicidan y viven envueltos en angustia y desesperación, los políticos siguen viviendo en sus burbujas de abundancia y despilfarro, recortando servicios y derechos básicos, endeudándose y financiando con fondos públicos a partidos políticos, sindicatos y amigos.
La crisis está causando estragos en España, no solo porque suben las muertes, los suicidios, la injusticia, la desigualdad, la opresión y el sufrimiento, sino porque los ciudadanos están perdiendo masivamente derechos adquiridos, prosperidad a chorros y la confianza en sus dirigentes y en la democracia, un daño que tardará generaciones en repararse.