La Tragedia De Un Niño De 8 Años

Publicado el 22 octubre 2018 por Carlosgu82

Un día de Diciembre de 1892, en San Lorenzo de El Escorial, Madrid, el niño Pedro Bravo y Bravo, de ocho años de edad, quien se desempeñaba como monaguillo se dirigió al monasterio de San Lorenzo de El Escorial, para ayudar como de costumbre en la ceremonia litúrgica, pero nunca más regresó a su casa.

Su familia junto a conocidos y la policía salieron en su búsqueda día tras día, pero todo fue estéril.

En el mes de Febrero del siguiente año, unos cazadores descubrieron el cuerpo mutilado del niño en los bosques del Monte Abantos, a unos 4 km del monasterio.

La policía investigó, pero nunca dieron con él o los culpables.

Varias teorías circularon en torno al asesinato, desde las más absurdas que hablan de seres sobrenaturales y es comprensible dada la ignorancia de aquellos tiempos y de su entorno campesino, también se rumoreó la versión de que un vecino perturbado había raptado al niño para llevarlo al monte y cometer sus fechorías, pero la principal es la de algunos periódicos republicanos de la época que eran considerados anticlericales y por ende no fueron consideradas de relevancia para la investigación.

Las siguientes son las teorías de aquellos periódicos:

  • El niño fue encontrado muerto por los monjes al interior del monasterio y para no ser vinculados con el crimen los trasladaron hasta el monte Abantos.
  • Un monje asesinó al niño al interior del monasterios y los “religiosos” al enterarse lo llevaron hasta la montaña

Hoy, 126 años después, podemos tener tal vez mayor claridad de lo que le pudo haber sucedido a aquel niño, ya que todos hemos sido testigos de los miles de abusos sexuales cometidos por sacerdotes.

No olvidemos que durante aquellos tiempos las familias confiaban plenamente en la pureza eclesiástica por lo que le confiaban sus hijos ciegamente a sacerdotes, para que fuesen sus ayudantes, quizás con la esperanza de tener los favores de Dios, incluso para las familias adineradas era de real importancia tener dentro de su núcleo familiar a algún cura.

Hasta  la fecha a pesar del conocimiento que ya tenemos, muchos demasiado fanáticos, siguen entregando con demasiada confianza  a sus hijos para diferentes actividades dentro de las iglesias.