La trampa del fragmento de video

Publicado el 16 octubre 2015 por Solano @Solano

El video del médico que no atendió a un menor de edad fue muy viral en redes sociales

Asistimos en estos días a una tendencia que cada vez más se devora a los medios audiovisuales y, por supuesto, a los digitales: Los clips de video realizados por los usuarios. Celebro como nadie, o como el que más, que los ciudadanos tengamos voz en los medios masivos a través de nuestras propias producciones.

Noticias RCN, con el liderazgo del periodista Felipe Arias, tiene la sección pionera de ‘El Caza noticias’ y años después apareció en Noticias Caracol con ‘El periodista soy yo’, sección liderada por el periodista Juan Diego Alvira. En sus secciones han buscado empoderar al televidente para que envíe sus propios materiales y así denuncie desde su comunidad, los atropellos de las autoridades, la negligencia del Estado, el abuso de empresas particulares, etc.,.

Ese gesto de pasar la posta al ciudadano es para aplaudir porque justamente los medios nacionales se han destacado en muchas oportunidades por ser poco “nacionales”, por no tener la logística suficiente para cubrir las pequeñas historias que ocurren en la periferia y que solo un ciudadano que coincide en el lugar y momento indicado logra el registro del hecho que se vuelve noticia.

No obstante, eso ha traído a la vez, dos problemas para la construcción de la agenda y para la comprensión de la realidad.

En relación con la construcción de la agenda mediática, es decir, con lo que los medios dicen qué es noticia, muchos videos son transmitidos a través de los canales solo por su nivel de espectacularidad, pero no necesariamente porque tengan mérito de noticiabilidad. El primero de esos casos que recuerdo fue uno que me pidieron analizar en el programa de la Defensoría del Televidente hace ya unos ocho años en el que el accidente de un camión abrió el noticiero, aunque ese día en el país hubiese cosas mucho más trascendentales. ¿Todo lo capturado por un usuario con su móvil es noticia? Estoy seguro que no. Es ese síndrome del espectáculo como noticia.

El segundo problema que relaciono aquí es el de la comprensión de la realidad como un todo a partir del fragmento. A diario asistimos a una gran cantidad de videos capturados por ciudadanos en los que se denuncia todo tipo de irregularidades, de episodios en la calle, pero a pesar de que en algunos casos pueden ser piezas claves para entender algo, siempre serán solo una parte de la realidad.

Un caso típico de esta situación es cuando, por ejemplo, aparece en video un hombre que es sometido a la fuerza por un par de policías. El video aparece como “abuso policial”, (y no digo que no pueda ser) pero queda la duda de qué pasó antes. En casos como esos, se ha sabido después que el ciudadano había cometido un delito o al menos una contravención y por estar bajo efectos del alcohol había agredido físicamente a otros civiles y a los mismos policías por lo cual estos habrían tenido que someterlo para evitar más daños.

Hace unos días el país se indignó con el video de una señora indignada porque un médico no atendió a su hijo porque según ella llegó solo 10 minutos tarde luego de haber esperado más de un año por la asignación de la cita, pero precisamente sin tener todos los elementos de juicio ¿Es cierta la versión de la señora?… No lo sé y ese es el problema de muchos medios que aún sin saber, si publican la historia. Unas buenas reflexiones al respecto hizo el colega Alejandro Méndez en Las2Orillas.com y en su blog.

La trampa del video en esas condiciones es que a pesar de que sea una secuencia de algunos segundos, es una historia incompleta. Normalmente los detonantes no suelen quedar registrados bien sea porque la cámara se enciende después del inicio cuando el usuario reacciona o porque justamente a ese usuario no le pareció interesante o incluso, conveniente, registrar el inicio (y a veces el final).

Así las cosas, lo que se nos presenta como la totalidad de un hecho es en el 99,99999999999% de las veces, solo un fragmento. En esa medida, los medios de comunicación tienen una enorme responsabilidad para tener el criterio suficiente de resistirse a emitirlos sin investigar más sobre el antes y el después; conocer o al menos intuir la motivación del autor del video; asegurarse de que el video recibido corresponde al lugar, al tiempo, a los protagonistas y a las circunstancias que dice registrar y finalmente, preguntarse si el video es realmente noticioso para le contexto de la audiencia que lo va a ver.

Gruesa tarea tenemos los periodistas, pero es la nuestra. Bien lo decía Juan Gossaín en una entrevista: “El periodista verdadero no es más que un escéptico bien informado”.