La innovadora y claustrofóbica propuesta de M. Night Shyamalan, dirigida por John Erick Dowdle, se queda a medio camino a la hora de conseguir lo que esperaba de ella. La trampa del mal logra tensión y atmósfera pero le falta solidez debido a unas carencias que yo sospecho en los diálogos y en el trasfondo de unos protagonistas accidentales.
Esta película cuenta el angustioso episodio de cinco personas encerradas en un ascensor como víctimas escogidas por el diablo. Tal y como narra una leyenda sudamericana, un suicidio allana el tránsito del mal desde el infierno a este mundo y aprovecha su estancia para escoger a varias almas malvadas, torturarlas y llevarlas consigo a las tinieblas mediante la posesión de una de ellas. Los atrapados en el ascensor son personas que no son lo que aparentan y comenzarán a presenciar extraños sucesos que irán provocando su muerte ante el terror del resto.
La propuesta, la puesta en escena, el preámbulo y la ambientación sonora logra que nos creamos la escena planteada pero a La trampa del mal le falta algo para captar un interés continuo, más allá de las facilonas subidas de volumen para provocar que el espectador salte de la silla asustado. Pese que los actores son capaces de reflejar el pánico que viven sus personajes, sus textos iniciales son auténticos diálogos de ascensor, nunca mejor dicho, que tan sólo consiguen demostrar que son un tanto mezquinos. Del pasado que les ha llevado a esta situación nos enteramos por sucesos que ocurren aparte.
Los ataques que reciben estos personajes por parte del diablo se resuelven con un recurso tan facilón e inadmisible como un apagón de luces del ascensor al que le sigue la muerte de uno de los ocupantes del habitáculo. Como decía, lo más interesante ocurre fuera del ascensor, los vigilantes del seguridad y el detective del caso serán los verdaderos espectadores de la acción del mal. Uno de ellos guiará la historia, al compartir con los demás, la leyenda que permite interpretar los hechos que ocurren dentro del ascensor, mientras el detective deberá asumir este fenómeno como un evento espiritual y de perdón que incorporar a su propia vida.
El principal mérito de la película es conseguir la sensación de encierro, la intriga por conocer quién de los personajes es el diablo, y una tensión creciente conforme las víctimas van muriendo. La historia no parece durar tan sólo una hora y veinte minutos, y eso sólo se debe a cierto talento a la hora de contar la historia y a un depurado ejercicio de elipsis.
En lo que se refiere a la historia el exceso moralista o de moraleja da al traste con un gran final, y además contrasta con el abuso de rigor por parte del diablo a la hora de escoger las personas que escoge para llevar consigo al infierno. Dudo que estos cinco sean los más pérfidos y malvados de la Tierra.
No hay mucho más que contar sobre La trampa del mal. La falta de profundidad de algunos personajes es el lastre de una película original, bien realizada, tensa, interesante, pero que carece de trasfondo, trascendencia y de espectacularidad a la hora de mostrar al demonio. La manifestación del diablo es pobre y deja un solo momento de verdadero pavor que no puedo desvelar sin destrozar la película. La trampa del mal tiene su pecado en preocuparse poco, y ya es paradójico, de lo que ocurre dentro del ascensor.Muchas más noticias en No es cine todo lo que reluce.