La trayectoria ejemplar //1

Por Francescbon @francescbon
Hace días tuve un conato de rifirrafe en la red. Bueno, tengo algunos, sobre todo en Twitter, donde la gente se escuda tras el anonimato para amenazar y mostrar mal perder. No amenazar en general, sino hacerlo personalmente, aludiendo a derechos fundamentales, justo los que ampara la constitución que algunos defienden ahora que les conviene.El rifirrafe al que me refiero era sobre Pet Shop Boys y el raquítico (apenas media docena de canciones memorables) balance de su trayectoria desde 1994. Fue una chica argentina quien se lanzó a mi yugular en defensa del dúo. Lo cierto es que todo volvió a su cauce. Yo usé la diplomacia que sólo la edad y las hostias te otorgan, y la chica argentina se contuvo y actuó de la manera más educada y considerada. Tocar los ídolos es peligroso, y no quiero pensar cual hubiera sido mi respuesta en diciembre de 1990, cuando Behaviour estaba empadronado en el plato de mi giradiscos. El caso es que esta discusión ya la recuerdo con cariño, cómo, si no, si nada hay que me guste más que la pasión de la gente, aunque obviamente me decante por que esa pasión tenga un objeto decente. El incidente también trajo a mi memoria cierto comentario que leí sobre los Gutter Hearts, agresivo grupo de fans a muerte de Marc Almond, dispuestos a todo con tal de defender al cantante británico. Que es, aún, junto a David Sylvian, uno de los nombres que siempre acuden a mi cabeza cuando se habla de trayectoria ejemplar y de coherencia absoluta. No sé si ya quedan muchos Gutter Hearts por el mundo. Los clubs de fans de artistas tan alejados de la corriente tienden a concentrarse y menguar, hasta reducirse a reuniones de chalados intransigentes que ponen disco tras disco, sonándose los mocos entre llantos de nostalgia y promesas de no tardar tanto en verse la próxima vez. Por eso este que escribe ha abandonado la mitomanía hace ya tiempo. No me permitiría dar una imagen tan patética.Aunque tened muy claro que si yo fuese un fan lo sería de este hombre.La primera vez que oí Tainted love yo tenía 17 años; daban un programa en una emisora de FM donde un locutor aún en activo llamado Jordi Beltràn la puso y habló de la música de la nueva era. 1981 o 1982. Soft Cell, dúo electrónico que había grabado la versión del clásico del Northern Soul, cuyo cantante era Marc Almond, aún viven puntualmente de los royalties que les da esa canción. Y muchas versiones, como la repugnante que hizo Marilyn Manson, lo son de su adaptación y no del original. Jodido empezar una carrera con un hit global de esas dimensiones; todo fue, a partir de allí, cuesta abajo, en lo que a repercusión comercial se refiere.
 
Tras vender trillones con el LP que contenía la canción, un sabiamente titulado Non-stop erotic cabaret, el dúo empieza a apagar luces en The art of falling apart, donde abandonan un sonido amateur y callejero para pasar a un plano menos carnal. El primer disco era sexo sin amor, el segundo es sexo con amor. A pesar de lo cual yo noto cierta presión del grupo por repetir un bombazo como Tainted love.
   
 Para el tercer disco, apropiadísimamente titulado This last night... in Sodom el descontrol es absoluto. El caos del disco ya es perceptible en la abigarrada y caótica portada, y las canciones son bizarras, difíciles, casi voluntariamente poco melódicas, acabadas a martillazos, desprovistas de ganchos y no dando una sola facilidad al oyente. Tainted love está desterrado. Almond grita, se desquicia,desbarra, la producción tiene aristas, las canciones son tortuosas, los estribillos brillan por su ausencia, el desorden llega para quedarse. Normal que el grupo se desbandara. Dave Ball, el teclista, era un tipo discreto. Almond se había transformado en una loca sobremaquillada y sobreactuada con tendencia al histrionismo, una especie de frontman incontrolable, un animal de escenario al que un tipo con unos teclados no podía atar corto ni seguir el ritmo.
 
Así que Marc Almond inició una carrera en solitario en la que sólo contaba con la fama que le precedía. Peor: condenado a la genuflexión ante un público que le pediría Tainted love, que le pediría Bedsitter, que le pediría Say hello, wave goodbye. Canciones que, por cierto, cometió la torpeza de intentar actualizar en futuras reediciones. Rosas toqueteadas.
Continuará, cualquier día de estos.