Aunque se sienta la necesidad de catalogar algo que por sí mismo carece de la suficiente sustancia para ser en realidad un referente cultural, más allá de la publicidad, los subtextos lo son todo. Crepúsculo, en este caso la saga fílmica, está intrínsecamente consustanciada con nuestro tiempo. El miedo es libre y se ha apoderado de los padres quienes paranoicos, no ven cómo proteger a sus hijos de las miserias de un mundo en crisis total.
El primer gancho es la estética, esa fotografía que ciertamente atrapa, las tomas panorámicas de idílicos y a la vez atemorizantes paisajes boscosos de Norteamérica, irónicamente calientan las entrañas de millones de adolescentes congeladas por los vientos polares del renacer conservador post 11 de septiembre. Hay una sencillez avasallante en esas tupidas montañas que dan la sensación de que todo está determinado desde un principio, de que no hay cambio posible; a pesar de que todo se transforma sigue siendo igual.
Una vista superficial a la biografía de Sthaphenie Meyer explica todos los contrastes que en sus libros muestra como el deber ser. Madre de 3 hijos, mormona, creció entre dos ciudades opuestas, una fría y otra caliente, todo tiende a decirnos que el dualismo es la constante en la vida y que simplemente hay que aceptarlo. Unas pocas escenas de la madre de Bella viviendo en Phoenix, recibiendo el sol y agradeciendo ese baño de vitamina E, con una paleta de colores ocres, marrones y amarillos brillantes, lo corroboran. No está de más, es un guiño. Es apenas una visita de Bella a su madre, no debe quedarse allí donde el calor la obligaría a ropajes ligeros que descubrirían su feminidad. Su lugar es al norte en el frió de la montaña, donde la densidad del bosque, la nieve y los dogmas la cubrirán perfectamente. Luego la tristeza por el alejamiento de la madre será sustituida con una serie de amigos sofisticados, personajes vacíos que aparentan una personalidad cool aderezada con un look ligeramente gótico. Hasta que se encuentra con los Cullen que son el sumun del aburrimiento snob.
Si no fuera por los vampiros y los lobos, los humanos del pequeño pueblito montañoso se suicidarían en masa. No existe resistencia a su presencia. No se trata de coexistir, no es tolerancia, sin ellos simplemente no pasaría nada. En Forks todo es quieto, silencioso, muerto. Y sin embargo los vampiros le dan vida. Esos seres ya muertos, literalmente de hielo, tienen una necesidad de apasionamiento que ninguno de los humanos por más histéricos que sean, muestran. La sensación de finitud pesa demasiado hasta que aparecen las criaturas inmortales que como no chupan sangre, le devuelven el hervor que se supone algún día tuvo.
Las críticas hacia la excesiva descripción literaria de Meyer, ella las opaca con un cameo sonriente en la primera entrega de la saga cinematográfica, como si perteneciera a los lobos, marcando su territorio aunque ese sea el de los textos y no el de las imágenes. Si Stephen King lo ha hecho, por qué ella no. Es el reinado de la feminidad agotada de nuevo cuño, el renacer de un feminismo harto de supermujeres pero aún cauto ante la obviedad de la maternidad. Ojo que Bella no es Lisbeth Salander, más bien es su antítesis necesaria. Si los hombres no amaban a las mujeres, entonces los vampiros y los lobos las amarán!
El casting de actores es otro punto a analizar. Ni una sola cara medianamente importante ni conocida, con la inmensa excepción de Dakota Faning, quien aparece más como actriz invitada. Por lo demás, se trata de sangre nueva, de verdad. El mundo cambió, se acabo hace unos pocos años. Olvídate de Tom Cruise y su Lestat en Entrevista con el Vampiro, eso fue en el siglo pasado. En Forks todo es nuevo aunque en realidad es viejo. La imposición de la novedad, de la juventud, del amateurismo también es una dictadura. Pero ni los adultos ni los ancianos en Forks hacen ninguna resistencia tampoco, no hay tal conflicto generacional. El problema es la misma juventud. Tu enemigo eres tú mismo, no son tus padres. Tus problemas se resuelven convirtiéndote en adulto serio y responsable. Los mayores no se sienten desplazados por los más jóvenes, sólo esperan pacientemente que estos se les unan. Al final Bella caerá más fácilmente ante el influjo del matrimonio que ante las fuerzas sobrenaturales.
En la sala oscura el público adolescente interactúa con la cinta de maneras que recuerdan ligeramente a las antiguas salas XXX, cuando menos los gritos y suspiros ante el ‘descamisado’ lobo, dan cuenta de una doble comprensión del mensaje de las cintas, otros develan con risas su burla ante la prudencia sexual de Bella, sin embargo la corrección política termina por imponerse, el consenso de los fans alrededor del mundo es claro: Bella y Edward esperarán hasta que se casen.