Por las calles de Yakarta se pueden ver estos monos (también llamados topeng monyet) con mascaras, montados encima de una bicicleta o haciendo cualquier cosa para diversión de los transeúntes, pero todos tienen algo en común: una vida llena de horror.
A continuación puedes ver 17 impresionantes fotografías de la fotógrafo finlandesa Perttu Sachs que nos evocan los más encontrados sentimientos. Desde el horror hasta la ira. Estas fotografías las realizó junto con un periodista indonesio tras ganarse la confianza de los entrenadores y su fin es servir de denuncia del trato tan terrible que sufren los macacos en Indonesia.
Desde el punto de vista de los dueños de los monos, este comportamiento no es maltrato animal. Los monos reciben entrenamiento durante unos tres meses, tiempo en el que practican y aprenden los números circenses que posteriormente harán en la calle, como montar en bicicleta, arrastran un pequeño carro o tocar el tambor, además de pasar el plato para recoger el dinero. Por supuesto todo ello con una cadena atada al cuello y con la máscara puesta, sin duda el elemento más tétrico de su disfraz.
Se calcula que tan solo en 2010 fueron capturados de forma ilegal unos 5.000 macacos, los cuales fueron vendidos a redes de tráfico animal o a feriantes, para ser exhibidos en espectáculos callejeros.
Los adiestradores de monos compran los futuros “artistas”, los topeng monyet, cuando aun son jóvenes, descartando a los débiles o enfermos.
Las exhibiciones se realizan en plena calle, en medio del terrible tráfico de Yacarta y también en fiestas privadas, como cumpleaños y otras celebraciones. El principal público con que cuentan estos espectáculos son los niños, que se reúnen en torno al macaco y a su adiestrador antes de iniciar la función. El mono realiza ante el público actividades de lo más diverso: pintarse los labios con carmín, montar en bicicleta, fumar un cigarrillo, etc.
Los entrenadores pueden ganar al día unas 50.000 rupias, unos 4 euros, aunque también hay algunos feriantes que no tienen el mono en propiedad, es alquilado, con lo que el beneficio disminuye.
La actividad, a pesar de no ser legal, era permitida por la policía, que hacía la vista gorda, pero gracias a la presión de asociaciones pro derechos de los animales como Red Yakarta de Ayuda Animal, a principios de 2013 se promulgó una ley que condena con penas de cárcel la posesión de un macaco. Más recientemente el gobernador de Yakarta anunció que se daría una recompensa en efectivo a los propietarios que devolvieran los monos a su hábitat natural.
Esperemos que gracias a fotografías como las que aquí expongo y a la presión de asociaciones de defensa animal, muy pronto el triste espectáculo de los macacos enmascarados no sea más que un triste recuerdo.