la tumba de san fermín

Publicado el 07 julio 2015 por Libretachatarra


San Fermín murió mártir en Amiens con apenas 31 años. Cuentan que el obispo pamplonés convirtió al cristianismo a cerca de 3.000 personas en esta ciudad francesa antes de ser apresado por orden del gobernador de la provincia que mandó decapitarlo en la cárcel un 25 de septiembre, al parecer en el año 303.
«Ordenó sus soldados que lo prendieran y lo encerraran en la cárcel, indicándoles que lo decapitaran silenciosamente por la noche y que escondieran su cuerpo para que no lo encontraran los cristianos y le tributaran honores», escribe José Antonio Goñi Beásoain de Paulorena en su artículo sobre «San Fermín, entre la historia y la leyenda».
Goñi relata que el cuerpo del mártir «fue abandonado sangrante sobre el suelo de la prisión», a la espera de que el gobernador romano ordenara descuartizarlo. El senador Faustiniano, que había sido bautizado por San Fermín, recogió sus restos y los sepultó en secreto en su tumba familiar en Abladene, en las proximidades de Amiens.
El lugar de su sepultura se perdió en la memoria hasta el 13 de enero del año 615, cuando otro santo, San Salvio, dio milagrosamente con su tumba. Los Anales del Reino de Navarra recogen cómo el obispo de Amiens «vio súbitamente abrirse el Cielo y descubrió en él un trono de gran majestad del que salió un rayo de luz de inaccesible claridad que continuaba hasta tocar en la tierra». San Salvio comenzó a cavar, con la ayuda de otros, en el lugar señalado y del lugar brotó «una fragancia celestial», como si «todos los aromas se desmenuzasen allí (...) y todas las flores respirasen», aumentando la fragancia conforme ahondaban en el descubrimiento.
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Los restos de San Fermín fueron conducidos procesionalmente hasta la catedral de Amiens y dice la tradición que aquel día se produjeron numerosos milagros en la ciudad. En el supuesto lugar de la tumba del santo, en Abladene, se levantó más tarde la iglesia de Santa María de los Mártires, convertida después en la abadía de Sain Acheul, según relata Goñi. Allí se encontró una lápida con la inscripción «Firminus M.» («Fermín mártir»).
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M. ARRIZABALAGA
“De cómo se halló milagrosamente la tumba de San Fermín”
(abc, 07.07.15)