La tauromaquia se encuentra más indefensa y sola que nunca. Sufre ataques irracionales por todas partes; por dentro, el más virulento, con toreros sin orgullo, toros sin casta y ávaros taurinos. Por fuera, nos asaltan los de la verdura, integristas de la coliflor y el nabo; los representantes del pueblo, moralistas con la misma moralidad que los viejos verdes del Vaticano; y el resto de la sociedad, displicente frente a las injusticias, cobijada bajo la cobardía del `mientras a mí no me toque...´
Las pocas defensas naturales de las que siempre ha dispuesto la Fiesta, el Toro bravo, imponente, el que no da lástima, cumple años en las dehesas sin que ningún veedor se enamore de él. El asfalto y el adoquín de las calles lo verán correr y las plazas de tientas anónimas dónde , después de la ración de mueco, son utilizados como carretones de entrenamiento son su destino. Algunos son indultados, y se van para Francia o para el norte de España, dónde mueren como casta obliga. Mientras, los toros de Disney, esos que en varas en vez de encampanarse y arremeter contra el acorazado de picar se ponen a soltar lágrimas -por lo noble, dicen algunos- y a mugir como vacas charolesas -por su clase, dicen los mismos-, se hacen los amos del ruedo. Del ruedo de la deshonra y el folklore. De verdad, hay cosas que son indefendibles. Como Irak.
Las defensas -ofensas diría yo- artificiales que tenemos no son capaces de mirar más allá de su propio ombligo sin tropezarse dos veces con la misma piedra. Y no sólo por que aún no hayan roto el saco de la avaricia -aunque está descosido y los remiendos no le valen-; lo preocupante de verdad es que esta incapacidad es lo natural en ellos. Ni ganas, ni disposición, ni mucho menos vergüenza. Así está el patio.
Mesas, Plataformas, Federaciones, ANOET'es, y no sé cuántas más cofradías de la taurinocracia, que han contemplado impertérrritos, como la vaca que ve pasar el tren, los numerosos terremotos -con sus réplicas- que llevan sacudiéndonos desde hace años. Trabajando -cuando lo hacen- tarde y mal, que para eso somos españoles y hay una fama que cumplir. Abnegados y cegados por el brillo del dinero y el encanto del poder. La legalización de las fundas, una tarjeta de crédito -que no valdrá para sacar entradas para los toros en Catalunya- o la reunión de urgencia con el PSC, con dos años de retraso, cuando el pescado está vendido y servido en la mesa -que ironía-, han sido los últimos ases que se han sacado de la montera estos señores ejecutivos -y ejecutores- del toro. La chirigota de Martín Peñato, que podría ganar un Primer Premio en los Carnavales de Cádiz, por cómica y absurda, es la de la que más se habla, lo cuál no quiere decir que sea para bien. De la Plataforma, ANOET, de la Federación se sabe poco, tendrán cosas más importantes que hacer que mojarse el culo en la bicha catalana.
El sistema taurino está caduco, apesta a leche agriada y, como los encastes de Miura o Cuadri, está siendo víctima de su endogamia. Toreros retirados en labores de periodista -algunos, sin el Bachiller-, de ganadero, profesor o ejecutivo. ¿Criaturas polifacéticas o garrapatas chupasangres? Ganaderos con labores ejecutivas y administrativas, empresarios que llevan ganaderías, plazas y toreros. Representantes de los mozos de espadas que tienen reuniones con los políticos. Lo raro, y extraordinario de verdad, hubiera sido que estos grupos hubieran sido capaces de defender algo que no sean sus intereses. Es urgente abrir las ventanas y airear la casa, que atufa a muerto. A un muerto que hay encima de la mesa.
Uno de los grandes argumentos que usamos para rebatir a los antitaurinos -los de fuera- es el de la gran masa de gente que mueve el toro, sólo superado por el balompié. Las comparaciones son odiosas -en este caso más- pero es necesaro hacerlas, pues hablamos de los dos espectáculos mayoritarios de un país -o lo que queda- con 45 millones de habitantes. Vamos al lío pues.
Si dejamos aparte el lado de lo que pasa en el ruedo o el campo, y nos referimos a asuntos de despachos y modelos organizativos, el fútbol, y sus grandes clubs, pueden valernos como ejemplo. El lugar que ocupa en los medios y la sociedad de nuestro tiempo no es por casualidad. Detrás de veintidós tios detrás de una pelotita hay una ingeniería del negocio, un gran proyecto de espectáculo que es bien recibido y tratado por todo el mundo. Hablando de negocios y modelos de gestión futboleros el mejor ejemplo es el Real Madrid. Presidido por un tipo que no tiene ni pajolera idea de fútbol -está más que demostrado- pero un Rey Midas, al fin y al cabo. ¿De quién se rodeó? Innovó un organigrama empresarial nuevo en el fútbol. Carlos Sánchez Albornoz, José Angel Sánchez en labores ejecutivas; Ferreras -que era Director General de la Cadena Ser- en el Departamento de Comunicación; también abrió un departamento jurídico propio que le evitó airear los trapos sucios fuera de casa. Después todos conocemos el boom de la marca Real Madrid. Lo que pasara luego dentro del campo pertenece a otro tipo de análisis. Decir que, posiblemente, de los antes citados, ninguno es ex-jugador, ni ex-nada, son, eran, simplemente los tipos más brillantes para llevar a cabo una determinada labor. Y a por ellos que fué, sin contemplaciones.
Volviendo a la Mesa, ¿qué tenemos? Un presidente que sabrá -eso espero- lo que es un berrendo en colorao, o lo que es un toro sardo, pero el tema de tomar decisiones, elegir colaboradores, elaborar proyectos, llevar a cabo ideas, no tiene capacidad. No tiene formación para eso. Victoriano Peña, representante de los mozos de espada, se sabrá al dedillo los hoteles y mapas de media España, conocerá de primera mano lo que siente un torero mientras se viste dos horas antes de anuciarse con la parca, pero quizás no sea el hombre adecuado para reunirse una semana antes de la votación con el representante del Partido Socialista de Catalunya. Así podríamos seguir enunciando taurinos, hijos de, ganaderos de, ex- algo que, con todos los respetos, no merecen el cargo que ocupan.
Es hora de buscar gente preparada, jóvenes entusiastas, que sepan moverse por los laberintos de este principio de siglo, dónde la tecnología y la imagen es vital para subsistir. Renovarse o morir. Licenciados en Derecho, expertos en Ciencias Políticas, Comunicación, Dirección de empresas, los mejores que estén a nuestro alcance, visto está que cuando quieren hay dinero. No tiene que importar si son aficionados al Toro o al punto de cruz. Profesionales con formación, con currículum, con ideas frescas y no esos profesionales, que en la jerga taurina vienen a definirse como `los que siempre salen en la foto´.
Ya puestos, matariamos dos pájaros de un tiro. Antes hemos dicho que la imagen es fundamental para llegar a la gente, esa gran desconocida. ¿Con qué se encuentra esa persona, a la que los toros ni fú ni fá y que ha leído en el Diario Público, por ejemplo, que el mundo del toro es primitivo, rancio y cosa de viejos? Si puede ver a los componentes de la Mesa, verá que predominan los pelos encharcutados en brillantina, las patillas blancas y el olor a macho. Una sola mujer. Jóvenes, para qué. Resulta una broma de mal gusto -otra- el slogan. Mesa del toro: el futuro de los toros. ¿Cómo puede acuñarse la palabra futuro sin contar con los jóvenes?
La Mesa del Toro, necesita una renovación urgente, que conociendo como conocemos el percal, sabemos que no se va a producir. Desaparecerá el Toro de las plazas y ellos seguirán, con sus tarjetas de crédito, sus patillas y sus reuniones secretas. Así son estos señores, primero su Mesa y después, el Toro.