Argumento:
Tras sufrir el impacto de un rayo, el compositor en crisis Peter Harper comienza a experimentar extrañas visiones.
Comentario:
«La última noche en Tremore Beach» es una de esas novelas que, aun siendo moderadamente entretenidas, no aportan nada nuevo al género en que se adscriben, en este caso una mezcla de fantasía y misterio.
Narrada en primera persona por su protagonista, el compositor en crisis creativa Peter Harper, tanto este como el resto de los personajes son descritos de manera un tanto superficial, lo justo para que sean útiles a la leve trama de la obra, cumpliendo su cometido de interés romántico (Judie), vecinos entre el misterio y la sospecha (Marie y Leo) o hijos a los que defender (Beatrice y Jip), sin que ninguno destaque, pese a la insistencia del autor en contar detalles carentes de interés de varios de ellos.
Quizá el hecho de que la historia esté contada por Harper, lo que de alguna manera implica que se relata a posteriori, y la ausencia de una sensación de verdadero drama, pese a los intentos del protagonista por transmitir su inquietud, junto al tratamiento de unos personajes con los que es difícil empatizar y, por tanto, temer por lo que les pueda suceder, ocasiona cierta desconexión con lo (poco) que pasa en la novela.
Si bien el autor intenta crear expectativa y sensación de peligro, un inicio demasiado largo durante el que cuesta visualizar hacia dónde se dirige la novela, o algunas escenas dilatadas en exceso (no es lógico que en pasaje de peligro y angustia Harper haga continuas digresiones para recordar y relatar pormenorizadamente momentos sin interés de su vida) restan agilidad a la narración, la ralentizan.
A esto contribuyen también varios capítulos cuya eliminación no solo no afectaría a la trama, sino que la beneficiaría. Entre los ejemplos más evidentes está la visita de Peter y sus hijos al abuelo, Patrick, durante la que se repiten detalles de la vida familiar del protagonista que ya se han contado antes, el pasado de Judie, que no aporta nada, o la larguísima carta final en la que Leo explica, con un detallismo tan exagerado como innecesario, el secreto que escondían él y Marie.
En cuanto a lo formal, se agradecería una mayor revisión en varios aspectos, desde el ya mencionado exceso de texto innecesario e incluso mal redactado (parece que se busca la forma más larga y enrevesada de contar algunas cosas) hasta la repetición de palabras (en ocasiones varias veces en un mismo párrafo) o del recurso de intentar crear intriga y sensación de angustia con digresiones demasiado obvias, evidenciando que es precisamente esa la intención del autor.
En resumen, «La última noche en Tremore Beach» es una novela tan correcta (en cuanto a su cometido de entretener) como anodina (no aporta novedades ni en el contenido ni en la forma de contarlo), en la que da la sensación de que apenas ocurren cosas (el rayo, los sueños, la defensa de la familia), con unos buenos muy buenos, unos malos muy malos y un desenlace previsible, en la que cabe destacar que, al menos, se intenta dar respuesta y solución a las pocas intrigas que presenta.
***T***
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