Asir la risa y elevarse con ella de un modo sobrehumano —que ya lo humano estanca,entre las sangres,la costumbre.Y sin dejar de soltar hilo,a contracorriente,condescender el gesto del entendimiento,saberse ser en las acciones nulas,no ofender -ni excesiva mente- al prójimo, bailarle el agua al que se da por aludido y no quejarse de los intersticios, con su obvia oquedadentre las piedras corporales,por los que se desagua siempre la razón.Al fin y al cabo la soledad es todo lo que nunca podrás pontificar:el abismo insalvable,la lengua inverosímil,el estruendo que sube desde el fondoy la canica gorda: el bolondrón.
Asir la risa y elevarse con ella de un modo sobrehumano —que ya lo humano estanca,entre las sangres,la costumbre.Y sin dejar de soltar hilo,a contracorriente,condescender el gesto del entendimiento,saberse ser en las acciones nulas,no ofender -ni excesiva mente- al prójimo, bailarle el agua al que se da por aludido y no quejarse de los intersticios, con su obvia oquedadentre las piedras corporales,por los que se desagua siempre la razón.Al fin y al cabo la soledad es todo lo que nunca podrás pontificar:el abismo insalvable,la lengua inverosímil,el estruendo que sube desde el fondoy la canica gorda: el bolondrón.