Jimmie Akesson, un dinámico líder sueco de 31 años, siempre bien vestido y alejado de la imagen de las cabezas rapadas y de la violencia callejera, pero con un discurso xenófono, ha convencido a un 5,7 por ciento del electorado sueco, con lo que ha superado el mínimo del 4 por ciento necesario para formar un equipo parlamentario. A los 16 años, Akersson se unía a las filas de la organización juvenil del SD, “Liga de Juventud Moderada”, partido de la extrema derecha del país nórdico, un grupúsculo con raíces nazis que tenía a Hitler como referente. En aquel tiempo, según cuenta la politóloga Sofía Nerbrand, todavía había militantes que iban a las reuniones con uniformes nazis. Y sólo tres años después ya era concejal en el Ayuntamiento de su Sölvesborg natal. Su designación como presidente de la “Juventud Democrática Suecia” le sirvió de tampolín para aumentar los votos en su municipio y conseguir, en un tiempo récord, llevar al Parlamento sueco un partido casi inexistente. Ocurrió el pasado domingo, en las elecciones legislativas en Suecia, en las que el ultra “Demócratas de Suecia” obtuvo sorprendentemente un total de 20 diputados.
Jimmie Akesson.
“No todos los inmigrantes son criminales, está claro –asegura Akesson, quien ha conseguido cambiar la imagen de los cabezas rapadas, pero que sigue teniendo como base de su programa el miedo al extranjero y no oculta su aversión por la inmigración musulmana–, pero hay una conexión. Tenemos un punto de vista conservador. Y consideramos que los musulmanes son la mayor amenaza que viene del extranjero. La política de inmigración y de criminalidad son para nosotros las más importantes, y eso es lo que nos diferencia de otros partidos”. Akesson y los suyos consiguieron desembarazarse de la imagen del nazismo, pero, no nos engañemos, siguen siendo racistas. Sostienen que la inmigración está relacionada con el aumento de la delincuencia y con los problemas económicos, en un país en donde el 18 % de la población es de origen extranjero y en donde llegan cada año unos 100.000 inmigrantes. El propio Akesson reconoce haber leído “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina”, el segundo de la trilogía de Larsson, en un intento por conocer al que sin duda habría sido uno de sus mayores enemigos si un ataque al corazón no le hubiera quitado la vida, en 2004. Reivindica el folkhemmet: un Estado de Bienestar, sí, pero sólo para suecos, “una política de inmigración responsable, la lucha contra la criminalidad y dignificar la tercera edad”. Con postulados siempre al límite de lo aceptable, denuncia una campaña de vandalismo en su contra y la censura de los medios durante la campaña electoral. Curiosamente, el éxito de la extrema derecha está vinculado a un anuncio televisivo racista que acabó siendo censurado, en el que se veía a un grupo de mujeres musulmanas ataviadas con un burka adelantar a un anciano con muletas para adueñarse de su pensión.
El primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, rodeado de seguidores en un centro comercial de Gotemburgo.
El triunfo de la formación xenófoba, “Demócratas de Suecia”, rompe el equilibrio de poder. El bloque de centroderecha pierde seis escaños y se queda con 172 diputados de los 349 del Parlamento. Fredrik Reinfeldt, actual primer ministro, es el primer conservador en conseguir la reelección en un país donde, durante 64 años, gobernaron los socialdemócratas. Pero, pese a que llamara a los suecos a votar contra el racismo y el nacionalismo de “Demócratas de Suecia”, éstos finalmente sedujeron al 5,7% del electorado (unas 300.000 personas) con un discurso abiertamente anti-inmigración y anti-islam. Reinfeldt dijo durante la campaña que no pactaría con la extrema derecha. “No los tocaría ni con unas pinzas”, llegó a comentar durante la campaña electoral. Pero la llegada de la extrema derecha al Parlamento sueco no fue una sorpresa para Brigitte Orfali, una socióloga francesa, especialista en el auge de los partidos ultras en Europa. Desde que Akesson consiguiera, en 1998, un cargo de concejal, los “Demócratas de Suecia” no dejaron de ganar peso. En las legislativas del mismo año sólo consiguieron el 0,37% de los votos, pero alcanzaron 1,44% en 2002 y 2,93% cuatro años después. Los analistas consideran que se hicieron con los votos de los parados en este contexto de crisis. Y mientras los ultra derechistas celebran el reusltado, al grito de “Que nos desvuelvan Suecia”, en Estocolmo, muchos inmigrantes expresan su decepción y su miedo. Ericsson, portavoz del Partido del Medio Ambiente, lamenta la entrada de la extrema derecha en el Riksdag (Parlamento) y recuerda: “La responsabilidad de discutir la situación recae sobre todos los partidos, no sólo sobre uno”.
Manifestación en Estocolmo contra la entrada de la ultra- derecha en el Parlamento sueco.
Al día siguiente de conocerse el resultado de las elecciones en Suecia, miles de personas recorren las calles de las principales ciudades suecas para protestar contra la entrada en el Parlamento del partido ultraderechista “Demócratas de Suecia” En Estocolmo, unas 10.000 personas se concentran en la céntrica plaza Vergel, exhibiendo pancartas en las que se lee: “Ningún racista en el Riksdag”, “Parad las expulsiones de solicitantes de asilo político”, “No a Demócratas de Suecia” o con esvásticas tachadas. La manifestación se dirige a la cercana sede del Parlamento sueco. En Gotemburgo, segunda ciudad sueca, más de 5.000 personas recorren el centro en una “marcha fúnebre” por el resultado de la ultraderecha. En Malmö, una concentración similar reune a un millar de manifestantes. En otras poblaciones más pequeñas, como Västerås y Umeå, se registran protestas parecidas, en manifestaciones convocadas espontáneamente por distintos grupos de ciudadanos a través de la red social Facebook. La entrada en el Parlamento del partido ultraderechista “Demócratas de Suecia” supone la pérdida de la mayoría absoluta para la coalición de gobierno de centro-derecha, que derrotó por más de cinco puntos al bloque de izquierda y pretende seguir gobernando el país en minoría. Tanto el centro-derecha como la izquierda reiteran antes y después de las elecciones que no colaborarán con “Demócratas de Suecia”.
Un seguidor de la extrema derecha húngara.
El éxito logrado por la extrema derecha al entrar por primera vez en el Parlamento sueco no es un fenómeno aislado. Forma parte de un movimiento electoral manifestado durante los últimos años en otros puntos de Europa y que supera, por su magnitud, la audiencia, también importante, que están obteniendo los ultraconservadores del Tea Party entre las bases del Partido Republicano de EE.UU. En abril pasado, la extrema derecha de Jobbik, se abre paso en el Parlamento húngaro. Y anteriormente, Holanda, Bélgica o Finlandia, tres de las democracias de mayor calidad del mundo registran un primer asalto de la extrema derecha. El partido de Geert Wilders (con 22 diputados), el Vlaams Belang de Flandes o los ultras fineses salen muy reforzados de los comicios, con el 17, el 7,76 y el 10% de los votos, respectivamente. Pero la subida de la extrema derecha tuvo proporciones endémicas con la entrada de 37 eurodiputados de esta tendencia en Estrasburgo, y, desde entonces, no ha hecho más que ganar terreno. En Dinamarca, el “Partido del Pueblo Danés” se hizo con el 13,8% de las papeletas, y, en Hungría, el antisemita Jobbik cosechó el 17%. En Francia, el Frente Nacional francés remontó hasta el 11,6% en las últimas regionales, después de un pronunciado retroceso en las legislativas del 2007. El FPO austríaco obtuvo el 16% en las presidenciales y la Liga Norte fue el partido más votado del norte de Italia en las regionales y municipales. “Estamos en presencia de una corriente consolidada y en auge en el conjunto de la UE, con la excepción de España y Portugal –escribe Leoncio González en La Voz de Galicia.es –. Según los expertos, tiene que ver con las amenazas que se ciernen sobre las clases media y baja del Viejo Continente por culpa de una crisis económica intensísima que erosiona sus condiciones de vida y pone en peligro las prestaciones del Estado del bienestar. La nueva ultraderecha se abre paso, argumentan, porque acometió una ruptura con el fascismo clásico de entreguerras y porque, sobre esas cenizas, erigió una narrativa que se basa en la xenofobia, la explotación del miedo al extranjero y la exaltación de sentimientos nacionalistas de pertenencia identitaria. Pero se observa, sobre todo, en la progresiva importancia que está adquiriendo la temática anti-inmigrante en la agenda pública de los principales países de la Unión”.
Los franceses se preguntaban el jueves pasado en Burdeos si el presidente francés es un hombre peligroso, como reza el cartel.
Desde que Jörg Haider, líder del partido de ultraderecha “Alianza para el Futuro”, sorprendiera en el 2000, al entrar en el Gobierno de Austria (murió el 11 de octubre de 2008, en un accidente de tráfico no del todo aclarado), otros países europeos han registrado un aumento de la extrema derecha. En Holanda, el Partido de la Libertad, de Geert Wilders, líder xenófobo holandés que rechaza al Islam, culpa a la inmigración de la crisis y califica al Corán de “libro fascista”. Wilders alcanza un número de votos histórico en dos elecciones: las municipales y las nacionales, convirtiéndose en el partido bisagra en unas negociaciones para formar Gobierno que todavía no han finalizado. En Alemania, los socialdemócratas del SPD sufren una contundente derrota en los últimos comicios, registrando la peor marca desde la Segunda Guerra Mundial. Los verdes y los comunistas acompañan en la caída a los socialistas. En Francia, Nicolas Sarkozy pone en la diana a los gitanos, mientras las encuestas le sonríen, alineándose en este tema con la extrema derecha europea. Y sigue expulsando a gitanos rumanos y búlgaros con el silencio cómplice de sus 26 socios de la Unión Europea (UE), que optan por mirar hacia otro lado en un asunto que demuestra una vez más ser una bomba de relojería en tiempos de crisis. Publicitando las expulsiones de gitanos rumanos, Sarkozy trata de que no se le escapen votos por la derecha. Lamentablemente, Zapatero se implica, defendiendo a su homólogo francés y lavándole la cara frente a las duras críticas de la comisaria europea, Viviane Reding, por las expulsiones de gitanos.
Diputado holandés de extrema derecha, Geert_Wilders. La ultraderecha holandesa logra un 16'9 % de votos en los comicios europeos.
Desde hace dos meses el ganador de las elecciones holandesas, el liberal Mark Rutte, intenta formar un Gobierno minoritario con los democristianos y, con el apoyo parlamentario del líder xenófobo Geert Wilders, quien ha convertido a su partido en la tercera fuerza del Parlamento. Para lograr este Gobierno de derechas, Wilders exige “pactos muy severos” sobre la inmigración y la integración. El propio Rutte ya se ha pronunciado a favor de nuevas medidas con el objetivo de evitar que lleguen al país los inmigrantes más desfavorecidos. Con ellas solo se darían permisos a los que tengan cierto nivel de estudios.
Silvio Serlusconi, uno de los primeros que expulsó, vía expeditiva, a miles de gitanos.
Pero es Berlusconi el primero en colocar en el centro de la diana a gitanos rumanos y en devolverlos a su país, además de autorizar las patrullas ciudadanas nocturnas. En el norte de Italia, varios alcaldes de la gubernamental Liga Norte aprueban ordenanzas anti-inmigrantes y llegan a eliminar bancos públicos en los parques para que no duerman en ellos. El primer ministro italiano hostiga a la vicepresidenta de la Comisión Europea y responsable de Justicia, Viviane Reding, por criticar en público la política de expulsión de gitanos aplicada por el Gobierno francés y ha afirma que “el problema de los gitanos” concierne a todos los países europeos. En una entrevista con el diario galo “Le Figaro”, Berlusconi dice que Reding “habría hecho mejor en tratar el asunto en privado con los dirigentes franceses, en lugar de expresarse públicamente, como ha hecho”. Además, añade, “este problema de los gitanos no es específicamente francés” y “concierne a todos los países de Europa”. En el Reino Unido, la falta de respuestas laboristas a la crisis da, en mayo pasado, la victoria a los “tories” de David Cameron. Y, en el Parlamento Europeo, el Partido Popular Europeo agranda su ventaja frente a los socialdemócratas, con una izquierda se halla frecuentemente desorientada. Un grupo de conservadores checos, polacos y británicos forman la quinta fuerza política mientras que partidos que no lograron representación en sus países toman posesión de sus escaños: el Frente Nacional francés o el British National Party, ambos con dos eurodiputados. Los grupos más conservadores hacen inclinar la balanza a su favor, cuando las fuerzas mayoritarias están muy igualadas. Y países con gobierno socialista, como España, Portugal o Grecia, amenazados por el desgaste de la crisis, amenazan con dejar a la izquierda en minoría, ante un centro derecha envalentonado por su éxito electoral.
El economista Thilo Sarrazin firma copias de su libro “Alemania se desintegra”, en el Nikolaisaal de Potsdam.
En Alemania, país de 82 millones de habitantes, donde la memoria del nazismo ha limitado hasta el momento la influencia de la extrema derecha, el 15,6 % son de origen inmigrante y de ellos, unos cuatro millones son musulmanes. La fundación en Berlín del nuevo partido ultra, “Libertad”, origina un pequeño terremoto en la cancillería. Los expertos advierten del riesgo de este discurso político que explota el miedo de la gente: los sentimientos sobre la inmigración son muy profundos y puede que no desaparezcan cuando la economía se haya recuperado. El Ejecutivo alemán presenta nuevos programas de integración –basados en el aprendizaje del idioma alemán– mientras que la islamofobia se hace un hueco entre el electorado. A la cabeza de los libros más vendidos se coloca Deutschland schafft sich ab (Alemania se desintegra), de Thilo Sarrazin, exconsejero del Bundesbank, con el pronóstico apocalíptico de la islamización de Alemania en unas décadas. El libro advierte del gran peligro que corre el país germano a causa de la inmigración musulmana (mayoritariamente turca), aunque también de la presencia judía, y su tesis principal es el poder de la genética, un concepto que entronca directamente con las nociones de raza aria del tercer Reich hitleriano.
Un fantasma recorre Europa.
España es el país europeo con mayor número de extracomunitarios: 3,3 millones de personas, que representan el 7,4% de la población. Los incidentes son aislados, y el discurso xenófobo, residual, pero las encuestas son preocupantes. Según ellas, el 48% de los catalanes creen que la inmigración es mala. “En una Europa en recesión –escribe Marta López, en elPeriódico.com del pasado domingo, en el artículo ‘El reto de las inmigración’–, con 12 millones de personas extracomunitarias y otras tantas sin papeles, inmigración, paro y delincuencia forman un cóctel que muchos políticos, conocedores de sus réditos electorales, tratan de agitar. No es, pues, casualidad que, a poco más de dos meses de las elecciones catalanas, el PP trate de colocar sobre la mesa el debate de la inmigración, que hace unos meses puso a prueba la tolerancia en localidades como Vic, por la amenaza municipal de dejar de empadronar a extranjeros en situación irregular, o Salt, donde las protestas por la inseguridad degeneraron en un brote xenófobo. El Frente Nacional vuelve a ganar terreno en las encuestas y no es Francia el único país donde la ultraderecha gana fuerza, atizando el fuego de la inmigración”.
A oscuras nos quedamos con tanto ultra infiltrado en la Europa eterna. Pero, al cambiar repentinamente las amenazas europeas ultraderechista por el humor universal, vuelve la luz, esta vez guiados por Forges y Medina, con Ruptura, El robo de la luz y Bajar, bolsa, pantalones, paro, subir…
Manel Fontdevila no presenta esta semana sus dibujos: Subida del IRPF a los ricos, Labordeta, Lo mínimo, El rasero y Objetivo del milenio.
Territorio Vergara: Xenofibia a la española, Subida de los impuestos a los ricos, Pacto, El piquete madrileño y El por qué de la reforma.
Y Pep Roig: Politicarte, No somos nadie, Tradicionarius, Puntazos y Si es para el hambre, yo ya he dado…
La xenofobia es la llave de paso para el fascismo. Este video es una pequeñísima contribución para despertar la empatía por quienes tienen que dejar a sus familias y están solos, sin dinero ni asilo, corridos por el hambre, las guerras, la muerte..., y no son bien recibidos en el destino elegido, pero que no tienen otra salida. El odio, el racismo y la xenofobia parecen el atajo hacia la solución de un problema complejo, pero hay otros caminos. Tomarlos es la garantía para que la historia no nos juzgue.
El “panamericano” a mano: