En mi progresión como corredor de largas distancias he pasado por diferentes etapas hasta alcanzar un nivel en el que creo que he conseguido el estado más próximo al equilibrio físico y emocional.
La experiencia de correr decenas y decenas de kilómetros en solitario, atravesando lugares desconocidos, a veces inhóspitos y en formato de autosuficiencia me ha dotado de una sólida estructura más incluso mental que física para afrontar ciertas situaciones límite.
Hace tiempo que descubrí que correr largas distancias en solitario es una escuela de aprendizaje enorme, aunque complicada para asimilar determinadas condiciones límite que puedan presentarse. Correr en estas condiciones incentiva la capacidad humana de asumir con flexibilidad momentos críticos y sobreponerse a ellos con los recursos que tenemos a mano e intentar salir fortalecido de la experiencia.
Correr en silencio a través de distancias interminables potencia la posibilidad de reestructurar los propios recursos psicológicos en función de las necesidades surgidas y utilizar estas situaciones extremas para potenciar los recursos disponibles.
Cuando me planteo un recorrido de larga distancia no pienso en su dureza sino en los momentos difíciles que me podré encontrar. No me refiero únicamente a una estrategia prefijada sino a mantener una actitud diferente y a otra forma de afrontar las dificultades ya que después de superar las barreas físicas y mentales llega el momento de la calma.
Pero mantener esta actitud no es algo innato. No nacemos con ella. Es una aprendizaje largo y no exento de disciplina. Se trata de ser conscientes de que en este trayecto vital hemos de estar predispuestos a seguir desarrollando nuestras capacidades al máximo posible.
También es interesante tener algún modelo del que podamos extraer algunas enseñanzas, aunque asimismo podemos investigar el camino por nosotros mismos. Ello implica que todos podemos alcanzar ese nivel si somos conscientes de modificar algunos de nuestros hábitos y actitudes.
Correr largas distancias es un desafío físico y mental que genera muchas situaciones adversas, que a veces te abocan al fracaso de forma irremediable. Yo he fracasado varias veces, he visto impotente como mi objetivo se desvanecía en el aire, como las fuerzas físicas y mentales quedaban totalmente inermes pero esta realidad vivida me ha hecho crecer, me ha permitido asentar sólidamente mis cimentos y prepararme para afrontar nuevas metas. He fracasado varias veces, pero no me he dado por vencido. He dado lo mejor de mí mismo y cuando esto no ha sido suficiente he aprendido a reflexionar y fortalecer mis puntos débiles.
Soy corredor de ultra distancia y esta actitud mental me acompañará siempre para enfrentarme a los retos que plantea la vida.