La razón del pánico que le atenazaba radicaba en el miedo a las preguntas sin respuestas, la duda sobre si se levantaría mañana, la eterna cuestión sobre si todo hasta ese punto había sido suficiente. Sin embargo, al final nada de ello contaba, ninguno de los avisos fue suficiente para cambiar el devenir de sus acontecimientos e incluso en un mundo que sabía contrarreloj malgastaba las últimas horas de su primavera delante de una pantalla escribiendo historias, pero eran su historia.
Quizás sus letras nunca importasen a nadie, pero a día de hoy, con el reloj de arena a punto de terminarse, marcaban la diferencia.
Carmelo Beltrán@CarBel1994