Me declaro en contra de cualquier método para conseguir una conducta determinada en nuestros pequeños, me declaro en contra de todo castigo y también en contra de toda forma de manipulación disfrazada o no. Y me aterroriza lo tremendamente habituales que son todavía estos hábitos con nuestros pequeños. Y yo me pregunto.. no existe un método para cambiar esta conducta en algunas madres y padres? Ah! que entre adultos no nos tratamos así, solo nos lo permitimos con los niños..
Confieso que soy incapaz de tratar de esta forma a mis hijos, me parece un auténtico abuso de poder que atenta contra la dignidad de los pequeños. Además, no creo que a través del castigo el niño aprenda nada de lo que se pretende y mucho de lo que no. Como madre dudo de que me sintiera demasiado orgullosa de mí, yo misma estaría sembrando la duda y la desconfianza entre mis hijos y yo. Es que no veo a los castigos ninguna ventaja y muchísimas desventajas.. a ningún tipo de castigo, de cualquier intensidad.
La única forma que he encontrado de resolver los conflictos que surgen en mi casa es atendiendo las emocionas implicadas, tanto las de mis pequeñuelos como las mías. Ah si! las mías también! en ocasiones son las únicas responsables del conflicto.. con el agravante de que yo soy la única adulta en este trio que supuestamente sabe manejarlas. No voy a decir que es fácil porque no lo es en absoluto, por lo menos para mí. Pero acaso no estamos hartas y hartos de oir testimonios de madres que afirman que Estivill se lo hizo pasar peor a ellos que a sus hijos? (siempre me he preguntado si este señor estaría apuntándoles con una pistola o algo así). O esta otra frase "me duele más a mí que a tí".. con ésto quiero decir que los defensores de los castigos y otros métodos conductistas ya están acostumbrados a sufrir "por el bien de sus hijos", así que ésto no es problema. Solo hay una pequeña gran diferencia.. el sufrimiento de ver sufrir a tu hijo porque tú y solo tú lo has decidido así es muy diferente al "sufrimiento" (que no lo es como tal) que provoca el esfuerzo requerido para lidiar con nuestro mundo emocional. El primero es totalmente estéril mientras que el segundo siempre va a ser fructífero.
Pensemos un momento en la cantidad de veces que un niño se ha "ganado" un castigo porque su padre o su madre no tenían un buen día, estaban agotados, agobiados, estresados, enfadados, frustrados, .. y no estaban para "tonterías". Igual otro día no hubiera pasado nada pero ese día sí. Creéis que esto es justo?! El hacernos cargo de nuestro mundo emocional nos permite ser más conscientes de cómo estamos y prevenir situaciones que pueden descontrolarse. Por ejemplo, podemos informar a nuestra pareja de cómo nos encontramos para que se haga cargo de la situación. Y si no nos es posible contar con la ayuda de otro adulto en ese momento.. no está de más hablar con nuestros hijos.. aunque sean pequeños y creamos que no nos entienden, "chicos, hoy estoy cansadísima y no creo que pueda soportar más gritos.. ya se que estáis jugando y os lo estáis pasando pipa pero creéis que podéis hacer menos ruido?". Por supuesto, siempre existe la posibilidad de que ni nuestra pareja ni nuestros hijos nos den el respiro que necesitamos en un día complicado, aún así algunos verán adecuado el castigar a los niños si siguen gritando después de haberles avisado pero sería un total disparate solo el pensar en castigar a nuestra pareja si no nos echa una cable, verdad?
De lo que estoy hablando no es de reprimir nuestro enfado ni de conseguir que nuestros hijos jamás tengan emociones que nos incomodan y se comporten exactamente como queremos, nada más lejos de la realidad. De lo que hablo es de aceptarnos, aceptarles, escucharnos, escucharles, buscar el camino por el que todos podamos ir avanzando y aprender de los muchos baches que nos encontraremos. Debo confesar que vivo casi a diario situaciones que me sobrepasan, que no se manejar en el momento y entonces salen de mi boca frases tantas veces escuchadas que nunca creí que diría en alto, bramidos que vuelven a asustarme como cuando era niña y más de una vez he dado gracias porque en mi casa no se haya estilado "la zurra" porque se que en determinados momentos perdemos las riendas. Estoy firmemente convencida de que la ciranza de nuestros hijos pasa a través de nosotros mismos y basta trabajar en primera persona lo que queremos transmitir a los pequeños.
Os pongo un ejemplo. Los gritos de L cuando se enfada me causan una reacción brutal que me es muy difícil controlar, me provoca furia, se me acelera el corazón, mi primer reflejo es soltarla un guantazo, se me aprietan los dientes y me cuesta horrores dar la vuelta a este cuadro rabioso. Tengo que decir que estos gritos normalmente son en defensa propia y en lugar de encontrar apoyo en mí se topa con todo lo contrario. Tiene que ser muy desconcertante para ella. Imaginaos que le castigo enviándole a la sillita de pensar, que tan de moda está, para que "aprenda" a no gritar. O sea, que la dejo sola con los sentimientos desbordantes que la han hecho gritar así más la rabia, frustración, puede que tristeza que la he provocado al castigarla y abandonarla. No lo veo! No veo que sea la forma! Es cierto que en mi incapacidad tampoco la he atendido adecuadamente pero la diferencia es que para mí, los gritos de mi hija no son una conducta molesta que quiero erradicar, para mí es un bache en nuestro camino y estoy buscando la forma de saltarlo en lugar de caer de nuevo en él. Cómo lo haré todavía es una incógnita para mí aunque empiezo a tener pistas.. no quiero que mi niña ahogue sus gritos, en ciertas situaciones pueden serle muy útiles, sospecho que la solución pasa por mostrarle otras herramientas a las que pueda echar mano.. pero cómo mostrarle algo que yo misma no he encontrado para mí? entendéis? la solución del conflicto pasa por mí clara e ineludiblemente. Y mientras tanto, la estrategia que estoy siguiendo para templar esos gritos que hacen saltar algo en mi interior es bajar mi tono de voz para fomentar el no-grito (alternativa al ¡NO GRITES!) y cultivar el silencio para minimizar esas frases hirientes, acusadoras, juzgadoras, .. que me traicionan.. y mostrarme con toda mi vulnerabilidad ante mi hija y explicarle lo que me sucede, disculparme cuando mi corazón me lo pide e ir hablando de las posibles soluciones. A menudo siento una frustración tal que me hace dudar de mi misma, de mis capacidades para criar a mis hijos como quiero, para integrar mis monstruos, siento que la mayor enemiga de mis hijos soy yo! Wow! con ésto os he abierto una cremallera más de mi alma! Sin embargo, estoy convencida de que es el único camino que nos permitirá avanzar juntos.
Una situación habitual en la que algunos adultos ven adecuado el castigo es en las agresiones. Desde el año o 2 añitos algunos niños ya experimentan el castigo por este motivo. Pongo otro ejemplo real, mis hijos de 4 y 2 años están jugando cuando de repente la mayor rompe a llorar. Me apresuro a acercarme y dice que su hermano le ha pegado.. al rato, cuando ya está más calmada, me dice que J le ha tirado su torre y que ella se ha enfadado tanto que le ha pegado primero. Supongamos que yo con la primera versión incompleta de la historia y con la intención de que mi hijo de 2 años aprenda que "no se pega" le aplico algún tipo de castigo, vuelvo a poner como ejemplo la sillita de pensar por lo habitual que es aplicarlo a esta edad (hasta en las guarderias y escuelas infantiles es un método común). Craso error por mi parte conociendo la verdadera historia, no? Mi hija mayor al ver lo que recibe su hermano puede que no me hubiera contado lo sucedido por miedo a lo que la esperaba visto lo visto. Y J qué hubiera aprendido? el se sentiría injustamente tratado ya que su hermana también le pegó y no fue tratada de la misma manera. Además de socabar la confianza de mis hijos en mí también les estaría enfrentando entre ellos. No podemos hacer de jueces porque con mucha probabilidad nos equivocaremos en nuestro veredicto. Qué hice en aquel momento? Atender la rabia de L, además de que no la dejaban jugar recibió un golpe, hacer notar a J que había hecho daño a L (él nos miraba con cara de circustancias acompañaba su llanto), pedí a L que si en otro momento J no la dejaba jugar a pesar de decírselo me avisara antes de pegarle, finalmente me puse a jugar con ellos ayudándoles a buscar una forma de jugar los dos sin lastimarse. Sé que esta escena volverá a repetirse pero espero que según adquieran habilidades con la edad sean capaces de gestionar este tipo de situaciones. También se que en algún momento me pillarán a rebosar y no seré capaz de manejar la situación como a mí me gustaría.
Reconozco que vivo muchas situaciones con mis hijos en las que no se cómo manejar lo que surje en mí y me invalida para atenderles.. entonces aspiro a no hacer nada que, para mí, es mejor que hacer algo de lo que más tarde más arrepienta, pero de lo que estoy segura es que el castigo, en cualquiera de sus variantes, no es el camino.
Me gustaría proponer algo a las madres y padres que no os encontréis cómodos con el castigo y que simplemente no os habíais planteado que otra forma era posible. En los conflictos con vuestros hijos centraos únicamente en las emociones, en las de vuestros pequeños y en las vuestras, sin juicios, sin lecciones, .. solo validando, acompañando, .. Si os gusta lo que experimentais hay multitud de libros y webs donde seguir indagando en una educación sin castigos.