La única estrategia para conseguir lo que quieras

Por Falcaide @falcaide
Todo en esta vida se basa en aumentar la confianza en uno mismo. Así de simple. 
Nada influye tanto en nuestro comportamiento como la creencia sobre nuestra capacidad para hacer algo. Creer que uno puede hacer algo, te moviliza a ir a por ello, aunque uno no tenga inicialmente los conocimientos y habilidades para ello, pero los adquirirá; y creer que uno no puede hacer algo te hace quedarte parado amarrado a puerto seguro sin tomar acción.
El éxito es sencillo: sólo se trata de saber qué hay que hacer y hacerlo. Pero hay que mover el culo para adquirir el conocimiento y las habilidades necesarias para dominar una tarea y luego tener la disciplina para hacer lo que se tiene que hacer aplicando la regla de cero excusas.
¿Cuál es el problema entonces? El siguiente:
La gente se fija metas pequeñas porque siente pequeña (no porque lo sea).
Louise Hay, una de las personalidades incluidas en Aprendiendo de los mejores (Alienta, 11ª edición), lo expresa así: «La principal debilidad humana es que nos infravaloramos. El principal problema que aqueja a la gente es que cree que no son suficientemente buenos».  El problema no es nuestra incapacidad para hacer algo sino la creencia de que no somos capaces.Todos los problemas nacen de ahí.Es considerarse menos que otras personas, de tener el convencimiento de que los demás son mejores. No es casual que la escritora concluya: «Sólo hay una cosa que sana todo problema: amarse a uno mismo. Para cambiar tu vida por fuera debes cambiar tu vida por dentro». Existe una relación directa entre el concepto que tienes sobre ti mismo por una parte, y tu conducta y efectividad, por la otra. Siempre actúas por fuera de manera congruente con el concepto tuyo por dentroNo puedes ganar en el mundo exterior más de lo que ganas en tu mundo interiorPor eso, todo cambio (mejora) en tu vida comienza cuando alteras (mejoras) el concepto que tienes de ti mismo. Todo en esta vida se basa en aumentar la confianza en uno mismo, que redundará de manera positiva a la hora de vender, de hablar en público, de relacionarte con otras personas. La manera en la que ves y piensas sobre ti influye en todas las áreas de tu vida.
Jorge Valdano, ex entrenador de fútbol, escribe en Los 11 poderes del líder
«La confianza es el alimento del talento. La confianza es el mayor potenciador del talento. La confianza suelta piernas, ensancha los pulmones, estrecha las relaciones con los compañeros, empuja a la buena suerte y dispara el talento. Sólo la confianza (que se tiene en uno mismo y que se recoge del medio) lleva el talento hasta el límite. Y a veces un poco más allá». 
Rosabeth Moss Kanter (@RosabethKanter), Profesora de la Harvard Business School, lo explica bien en su libro Confianza (2006):
«La acción de confiar es el factor clave que les permite a las personas vulgares y corrientes alcanzar altos niveles de rendimiento a través de rutinas que promueven su talento. Las rachas de fracasos se producen cuando las personas pierden la confianza en sus líderes, mientras que las rachas de éxitos se deben en su mayoría al trabajo de personas que confían en sus propias habilidades, en las habilidades de sus jefes y en el sistema para el que trabajan».
Lo que nos impide avanzar en la vida no es la falta de talento, sino la falta de confianza en uno mismo para explotar y desarrollar el talento que todos nosotros tenemos. Tim Ferriss lo dice en La semana laboral de 4 horas: «El 99% de la gente de este mundo está convencida de que es incapaz de lograr grandes cosas, así que aspiran a ser mediocres».
Todos sabemos y hemos oído hablar cientos (miles) de veces del Efecto Pigmalión, conocida investigación en la que se hizo un test de inteligencia a los alumnos de un colegio y eligió de manera aleatoria al 20% de los mismos. Se manipularon los datos y a los profesores de esos alumnos se les dijo que ese 20% tenía un cociente intelectual (CI) superior al resto. Pasados unos meses, se volvió a medir el CI de todos los alumnos y a contrastarlo con el previamente obtenido en el primer test. El resultado fue que ese 20% elegido al azar había obtenido un desarrollo intelectual más rápido y destacado. La conclusión de este estudio es que la confianza en las personas acaba repercutiendo positivamente en su desempeño. Las expectativas –favorables o desfavorables– sobre los demás impulsan o reprimen actitudes y comportamientos que desembocan en resultados excelentes o mediocres.
Lo que quizás sea menos conocido es a qué se debe ese nombre de Efecto Pigmalión, que explico en mi libro Fast Good Management (2011), y que es en honor al personaje de la mitología griega, Pigmalión, rey de Chipre, quien buscó desesperadamente durante mucho tiempo a la mujer perfecta con la que casarse. Sin embargo, todas tenían algún defecto. Desesperado, renunció a su deseo, se encerró en un estudio y decidió dedicar todo su tiempo a esculpir la estatua de la mujer más hermosa posible.
Cada día el rey trabajaba modelando con sus manos las esculturas, y de una de ellas, Galatea, que era de gran belleza, empezó a sentir algo especial. Las curvas perfectas de la estatua, la suavidad de su superficie y el realismo de la figura, hicieron que al término de la obra el rey se enamorase de su creación. Pigmalión pasaba largas horas contemplando a la bella dama imaginando cómo sería sentirla de verdad entre sus brazos y la cubría de besos y abrazos como si fuese real. La cruda realidad, sin embargo, no hacía sino que aumentase su deseo y desesperación.
Un día, confiando con tanta Fe en el poder de sus dioses, el rey acude a una de las ceremonias en honor a la diosa Afrodita, y allí les ruega que den vida a la estatua para poder casarse con ella:
«A vosotros, ¡oh dioses!,
a quienes todo es posible,
os suplico que me deis por esposa
una doncella que se parezca
a mi virgen de marfil».
La poderosa Afrodita, dispuesta a complacerle, escucha el ruego del rey y manda una señal al cielo para que conceda sus deseos. Pigmalión, sin embargo, no entiende el mensaje y regresa a casa decepcionado. Ya en su hogar, y como relata Ovidio (43 a. C.–17 d. C.) en Metamorfosis: «Pigmalión se dirigió a la estatua, y al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del sol. Al verlo, Pigmalión se llenó de un gran gozo mezclado de temor creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos». 
Así fue como Galatea cobró vida y Pigmalión vio cumplido su sueño. Después de agradecer a los dioses su gracia, Pigmalión y la estatua –ahora ya convertida en mujer– se unieron para siempre. El escritor británico William Morris (1834–1936) en su poema Pigmalión y la estatua escribió:
«Desprecié a la mujer, fui intolerante
de su actitud ingrata y presumida,
y decidí vivir solo mi vida
sin compartir su espíritu ignorante.
De mi cincel surgió, bella y radiante,
una doncella en el marfil dormida,
despertando en el alma estremecida
la fiebre y los deseos del amante.
Mis manos la crearon tan hermosa
que en mi mente no fue ya una escultura,
sino obsesión intensa y luminosa.
Ante los dioses traje mi amargura,
rogando me la dieran por esposa,
y al punto cobró vida su figura».
En Tu futuro es HOY (Alienta, 2ª edición) hay un capítulo dedicado a este tema, y allí se recogen las palabras de un conocido personaje del séptimo arte, quien dice: «Lo único que está entre tu meta y tú, es la historia que te sigues contando a ti mismo de por qué no puedes lograrla»
PD: Puedes leer también 10 hábitos para cultivar la confianza en uno mismo, que es el post más leído de este blog con diferencia.
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