¿Que salida hay entonces para esta España atascada y desesperada? No hay otra que certificar el fin de este sistema trucado y maloliente, una sucia y corrupta dictadura de partidos políticos que han querido hacer pasar por democracia.
Después de haberse cargado de ignominia por haberse corrompido y practicado el abuso del poder y la arbitrariedad, la clase política española, consciente de que el país se encuentra en un callejón si salida, con la confianza perdida y casi destrozado por el mal gobierno, debería tener un último gesto de generosidad y decencia autodisolviendo la podrida y agonizante partitocracia española y dando los primeros pasos para que se instaure un verdadera democracia de ciudadanos.
Los síntomas de decomposición de la política española son visibles e indiscutibles. Los ciudadanos han perdido la confianza en sus gobernantes y en el mismo sistema, lo que deslegitima a la clase política. Ni siquiera funciona la alternancia en el poder, ante el convencimiento de los ciudadanos de que tanto el gobierno como la oposición no merecen el poder y están corrompidos hasta la médula. Los escándalos se superponen unos sobre otros sin que la sociedad pueda recuperarse y la desconfianza es de tal envergadura que las verdades tienen la misma credibilidad que las mentiras. Sea cual sea la acusación o el escándalo, la mayoría de los ciudadanos siempre creen que los políticos roban y son indecentes.
Ante esa situación de deterioro extremo, no existe otra salida que el cambio de sistema, la liquidación de la sucia oligocracia de partidos que sucedio al franquismo haciendose pasar por una democracia y su sustitución por un sistema democrático decente y controlado por los ciudadanos, no por unos partidos políticos que no han dado la talla y se han convertido, a juicio de los ciudadanos, en asociaciones de malhechores.
En una situación similar de agonía, agotamiento y decadencia, las cortes franquistas se hicieron el harakiri porque entonces la gente era decente y por tanto era impensable agarrarse a la poltrona a toda costa. Si el régimen de Franco se hubiera agarrado al poder, habría durado cuatro o cinco años más, pero eso hubiera supuesto dejar al país destrozado, que es lo que, con toda probabilidad, van a hacer los Rajoy, los Rubalcaba, los Cayo Lara y los nacionalistas que odian a España.