La Unión Europea ha sido el caballo de Troya para los nuevos partidos políticos nacionalistas de Europa. La organización, adalid del multilateralismo y la cooperación transnacional, siempre ha presentado un déficit democrático, traducido en una baja participación en las elecciones parlamentarias —desde un 62% en la votación de 1979 al 42% de las últimas, en 2014—, lo que ha suscitado fuertes críticas por parte de la sociedad civil de los Estados miembros. La crisis económica de 2008, así como las recetas de austeridad impulsadas por Bruselas y auspiciadas por Berlín, aumentaron el rechazo popular a lo que era visto como una erosión de los derechos fundamentales a causa de un programa económico y político diseñado por unas élites liberales extranjeras.
Para ampliar: “Has the EU sacrificed human rights on the altar of austerity?”, Juan Pablo Bohoslavsky en Equal Times, 2017
La reversión del crecimiento comunitario también avivó las proclamas nacionalistas en algunos países de la región y el Estado nación pasó de ser un concepto denostado tras la Segunda Guerra Mundial a una utopía terrenal, un Macondo con fronteras moldeables. Durante la campaña presidencial francesa, Marine Le...
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