Toda situación dramática, toda tragedia, traen consigo una lección, la posibilidad de un aprendizaje, un cambio, la apertura de nuevos senderos y el vislumbre de otros horizontes en el devenir de la historia personal de cada uno y de toda una comunidad.Toda situación, como la que vivimos en estos momentos, es excepcional cuando nos impele e invita a movilizar lo mejor de sí, cuando se vive como singular, única e irrepetible. Muchas cosas ya no serán igual o no las viviremos de la misma manera.Toda situación es excepcional cuando la acogemos como flor del presente y como fruto del futuro. Por eso nuestra respuesta ante cualquier situación ha de ser un derramar el aroma de nuestras mejores esencias sobre el cuerpo del mundo para ungirlo, para acariciarlo, para besarlo con la fragancia de nuestras acciones, de nuestras respuestas ante lo que la vida nos pone por delante.
No sólo ahora es momento de estar unidos, de sentirnos comunidad, de poner el bien común por encima de los miopes horizontes, afanes e intereses individuales.No sólo ahora es momento de valorar esas labores que realizan los otros y que hacen posible que las cosas funcionen, que las personas se curen, que los niños jueguen y aprendan, que tengamos a mano lo que necesitamos para seguir viviendo. Es preciso tomar conciencia y valorar también los trabajos y quehaceres propios que facilitan la vida de otros y la hacen más digna, gozosa y llevadera.Ahora es el momento de inyectarnos la vacuna de la conciencia, la única que puede librarnos del virus del egoísmo, del consumismo desaforado, de una vida tan frenética como vacía, de la debilidad del pensamiento, de las modas y modos superficiales de gestionar esa maravilla tan frágil y al mismo tiempo tan valiosa como es la vida.Sin conciencia, el dolor de las situaciones más duras y difíciles deviene en sufrimiento y lo vivido no deja huella, no transforma, simplemente queda como mal recuerdo. Sin conciencia, pasadas las crisis, se vuelve a lo mismo, de la misma manera: pasó la crisis pero no pasó por uno todo el potencial de cambio, las muchas posibilidades que traía consigo. Sólo desde la conciencia nos damos cuenta cuando vivimos desde unos “personajes”, algunos de ellos patéticos y que dan pena y que no siempre responden a ese Ser más auténtico que suele asomarse, como por sorpresa, en los momentos más difíciles y críticos.El carácter dramático de situaciones como una pandemia recoloca en su justo lugar las prioridades, reorienta los afanes y hace que se fundan en una pertinente síntesis esa triada de lo urgente, lo importante y lo esencial y que suele estar desmembrada y no pocas veces en antagonismo y oposición.Lo que estamos viviendo estos días da más volumen, pone en relieve y hace más manifiesto tanto lo positivo como lo negativo. Sobre todo hace más visible y podemos hacernos más conscientes de la mezquindaz y de la frivolidad de hábitos y conductas. El mezquino es incapaz de ablandar su corazón, de limpiar su mirada de prejuicios ni ponerse en el lugar del otro, ni siquiera en situaciones de extrema gravedad para el colectivo. La frivolidad, rasgo presente en muchos de los latidos con los que pulsa una cultura consumista, hedonista y superficial, puede resultar incluso graciosa en tiempos de bonanza y bienestar pero ahora nos muestra su rostro más patético e insolidaridad.Las pequeñas llamas se hacen más intensas y visibles cuanto mayor es la oscuridad en la que se encienden. Ahora es el tiempo de encender, avivar pequeñas llamas de amor vivo, fuegos de pasión y entrega a la Vida a través de los humildes gestos y acciones que en los estados de normalidad suelen pasarnos inadvertidos. Sólo desde la conciencia reconocemos el carácter sagrado del otro, más allá de sus creencias o ideas, sólo desde la conciencia advertimos el carácter totalmente ficticio de las fronteras, de las identidades culturales o sociopolíticas.Sólo desde la conciencia acogemos los errores y los bendecimos como esos puentes que median entre la inexperiencia y la sabiduría. Sólo desde la conciencia comprendemos los errores de los otros y nunca los usaremos para un beneficio propio.Sólo desde la conciencia acogeremos todo, todo, todo lo que la vida nos presente, sea duro o blando, agradable o desagradable, blanco o negro, como una ocasión para dirigir la mirada, una vez más, hacia nosotros mismos, hacia lo que yo puedo hacer, hacia cómo me sitúo yo, hacia cómo respondo ante eso. Si puedo cambiar algo, la conciencia me lanza a ello.
Si no puedo cambiarlo, la conciencia se vuelve sobre mí mismo para iluminar cómo me sitúo ante ese algo.Sólo desde la conciencia puedo regular mi uso de las redes sociales, siendo cuidadoso con cada cosa, con cada mensaje, con cada palabra, con cada vibración que lanzo y comparto en ese espacio virtual al que tantos pueden acceder. Todo mensaje, cada foto, cada emoticono es energía, implica un gasto energético y por eso ha de ser algo nutritivo y que alimente.La conciencia me impide divulgar mentiras o medias verdades, sobre todo en momentos especialmente sensibles como el de ahora, en el que, sin saberlo, es decir, sin conciencia, podemos ser correa de transmisión de bulos, falsedades y todo tipo de información que pueda generar crispación, división en lugar de unidad, sintonía y esperanza.La tecnología es puro recurso o instrumento. No tiene conciencia. Somos nosotros lo que tenemos que ponerla para que con ella podamos trazar una red que sea vínculo de comunión y no una malla en la que acabamos finalmente atrapados.La conciencia es ese faro que ilumina horizontes de auténtica humanidad.Es la brújula que nos impide caminar sin norte, desnortados, sin rumbo y a la deriva de los objetivos que otros nos marcan. La conciencia, como el corazón, son nuestro mapa y el territorio al que finalmente, como tierra prometida, estamos convocados a arribar para instalarnos y vivir en ella. Desde el confinamiento ob-ligatorio,solidario y responsable en Lora del Río (Sevilla) 22 de marzoEn estos días, dedica tiempo, entrégate a aquello que pueda desarrollar y elevar tu nivel de conciencia: atiende, cuida y honra a tu cuerpo físico con una alimentación sana, con el ejercicio que puedas realizar y con suficientes horas de sueño; lee o escucha contenidos que te ayuden a crecer como persona, pero sin caer en el exceso ni en la saturación; escribe lo que tu corazón te dicte pero se exquisito en lo que compartes y divulgas, investiga sobre porqué eres como eres; medita en silencio y descansa, no para dormir, sino para despertar.
JOSÉ MARÍA TORO Maestro. Escritor. Formador y conferenciante.Autor, entre otros, de:"Educar con Co-razón" (20ª ed.) http://bit.ly/2E9xt87"La Sabiduría de Vivir" (4ª ed.) http://bit.ly/2nRusOR"Descanser. Descansar para Ser" (3ª ed.) http://bit.ly/2scCib8"La Vida Maestra" (2ª ed.) http://bit.ly/2gY46JQ"Mi alegría sobre el puente.Mirando la vida con los ojos del corazón" (2015) http://bit.ly/2GZKaAi"El pulso del cotidiano. Ser-Hacer-Vivir-Realizarse" (2017)http://bit.ly/2C4Fm8Npublicados por la Editorial Desclée de Brouwer.
OTROS LIBROS COLECTIVOS EN LOS QUE PARTICIPA JOSÉ MARÍA TORO.
Coautor de: MAESTROS DEL CORAZON. Hacia una Pedagogía de la Interioridad.Ed. Walters Kluwer.Coautor de: OTRA PEDAGOGÍA EN MOVIMIENTO. "Dialogando con la experiencia en la formación inicial". Universidad de Almería 2018Coautor de:Hacia una teología de la interioridad. PPC 2019