Muchos españoles se sorprenden de que en un país aparentemente moderno, perteneciente a la Unión Europea, uno de los espacios más democráticos y prósperos del mundo, pueda soportar partidos políticos que siguen creyedon en la tesis trasnochada y decimonónica de que el Estado fuerte es la solución de todo.
Partidos como Podemos, la antigua Izquierda Unida y buena parte del PSOE creen en la vagancia remunerada y proponen a sus votantes que un Estado fuerte e intervencionista lo puede resolver todo, una mentira que la historia se ha encargado de desenmascarar porque en todos los lugares del mundo donde el Estado se presentó como gran solución siempre crecieron la pobreza, la crueldad, el despotismo y la muerte.
Son partidos que van en contra de las corrientes de la Historia y que utilizan ideas que ya nadie aprecia y valora porque demostraron su ineficacia y fracaso, pero que en España, sorprendentemente, siguen teniendo vigencia, quizás como consecuencia de que los gobiernos españoles, desde la muerte de Franco, se han empeñado en embrutecer a la población, en bajar el nivel educativo y en promover contravalores y vicios en lugar de valores y verdadero progreso.
El fracaso suele acompañar a los vagos. Basta contemplar a los políticos españoles, rechazados por los ciudadanos, incapaces de ilusionar, de mantener a España unida y decente y de atraer a los ciudadanos para darse cuenta que son vagos hijos del fracaso.
En España, la inmensa mayoría de los graduados universitarios prefieren todavía ser funcionarios que emprendedores, mientras que los gobiernos convierten la creación y supervivencia de las empresas en un suplicio plagado de impuestos, burocracias y trabas de todo tipo, como si las empresas fueran los enemigos del poder.
Podemos e Izquierda Unida prometen un salario universal de supervivencia; el PSOE casi garantiza el bienestar a todos los pobres y hasta el PP, que es la falsa derecha oficial, cae en la tentación de hipertrofiar el Estado, que en España es el más grueso, obeso e hipertrofiado de toda Europa, como más políticos a sueldo del Estado que Francia, Alemania e Inglaterra juntos.
La gran doctrina dominante en la España del presente es la "vagancia remunerada", reflejo del deterioro del país, de la baja calidad de la democracia y de la corrupción extrema de la política y de la sociedad. Algunos partidos como "Podemos" prometen salarios universales de supervivencia, mientras que otros, como el PSOE, analizan esa absurda idea de "repartir dinero" para todos, como si fuera posible.
¿De dónde va a sacar esa enrome masa de dinero, necesaria para repartir salarios universales un país despilfarrador como España, al que los políticos llevan décadas exprimiendo y arruinando, hasta convertirlo hoy en uno de los más endeudados del planeta?
Ninguno de los partidos que compiten por gobernar se presenta ante los ciudadanos con un programa que defienda la necesidad de las empresas y facilite la creación de riqueza. Todos fomentan, con más o menos intensidad, la "maldad" de los ricos, incluso la derecha, aunque parezca increíble, y todos defienden la falacia de que el Estado y los políticos "crean empleo", cuando lo único que crean es gasto público.
Las consecuencias de esa política decimonónica y con ribetes totalitarios y antiliberales son visibles y han convertido a España en el "enfermo de Europa": liderazgo en desempleo, endeudamiento, despilfarro, fracaso escolar, tráfico y consumo de drogas, dinero negro, alcoholismo, privilegios para los políticos, coches oficiales de alta gama, deterioro de la democracia, rechazo a los dirigentes y autoridades, desilusión colectiva y un desencanto profundo con su clase dirigente.
Francisco Rubiales