La venganza armenia

Por Mneudecker77 @mneudecker
La venganza es un plato que se sirve frío. En este caso un lustro después. El 15 de marzo de 1921 Talaat Pachá, el que fue el todopoderoso ministro del Interior del Imperio Otomano, murió acribillado en su exilio en Berlín. Su verdugo fue un joven armenio llamado Soghomon Tehlerianque enseguida fue detenido por la policía alemana. En el juicio fue absuelto, ya que el juez apreció que el joven había actuado motivado por un fuerte trauma.
Ese trauma fue causado por un genocidio, el que sufrieron los armenios en el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial. Entre 1915 y 1916, centenares de miles de hombres, mujeres y niños, entre ellos ancianos y recién nacidos, fueron masacrados en sus pueblos y ciudades a lo largo y ancho del imperio.
Los supervivientes de estas matanzas fueron apresados y conducidos en verdaderas marchas de la muerte hacia el desierto. La mayoría murió de agotamiento, hambre o sed. Muy pocos llegaron a su destino, y los que lo hicieron sufrieron un infierno. Las cifras finales de este genocidio siguen siendo motivo de polémica un siglo después. Los armenios dicen que fueron asesinados más de 1,8 millones de compatriotas. Los turcos admiten como mucho unos 600.000, pero aún así hoy  siguen negando que fuera un genocidio.

Víctimas del genocidio armenio.

Los armenios tuvieron que morir porque los dirigentes otomanos no se fiaban de ellos. La mayoría vivían cerca del Cáucaso, al sur de la frontera con Rusia. Los otomanos sospechaban que los armenios eran una quinta columna que ansiaba ser liberada por los rusos y alcanzar su independencia. Al empezar la guerra una serie de reveses militares dejaron las defensas otomanas en un estado muy precario y a merced del avance ruso. La rabia y la impotencia causadas por la derrota desembocaron en odio hacia el más débil. Y así fue como la sospecha se convirtió en una sentencia de muerte para los armenios.
¿Fue una matanza espontánea o dirigida? Al parecer existieron órdenes para matar a los armenios, pero éstas no se hubieran podido cumplir sin la participación entusiasta de miles de súbditos del imperio dispuestos a descargar su miedo en sus compatriotas. Las órdenes partieron de la cúpula de los “Jóvenes Turcos”, un movimiento político que se había hecho con el poder unos años antes y que aspiraba a recuperar la grandeza otomana tras décadas de franca decadencia. La guerra era la excusa para deshacerse de un grupo humano considerado traidor, y también fue considerada por los “Jóvenes Turcos” como la gran oportunidad para acelerar la modernización del imperio. Pero aparte de muerte y sufrimiento, la guerra sólo trajo la derrota y el fin de los otomanos.
Huida tras la derrota
Al terminar la guerra a finales de 1918 el Imperio Otomano había sido vencido. Derrotado en todos los frentes, sus dirigentes huyeron al exilio, conscientes de que muy pronto se les exigirían responsabilidades por sus actos. Y así fue. Un tribunal turco condenó a muerte a la mayoría de la élite fugitiva por su responsabilidad en la guerra y en el genocidio armenio. Fue una manera de intentar expiar las culpas de muchos en unos pocos que, además, estaban ausentes por lo que las condenas fueron “in absentia”.

Los líderes de los "Jóvenes Turcos"

Para las víctimas este gesto no podía ser suficiente. Un grupo de militantes armenios decidió tomarse la vengaza por su mano y ejecutar esas sentencias de muerte, cazando a los “Jóvenes Turcos” en sus lugares de exilio. El nombre de esta cacería no podía ser más elocuente: Operación Némesis.
Junto a Talaat Pachá entre 1920 y 1921 fueron asesinados Fathali Khan Hoyski, primer ministro del Azerbaiyán, considerado responsable de la muerte de miles de armenios en Bakú; Behbud Javanshir, ex ministro del Interior azerí; Said Halim Pashá, ex gran visir del Imperio Otomano; Ahmed Jamal Pashá, ex ministro de Marina de Turquía; Mgrditch Harutuyan, miembro de la policía secreta turca en Estambul; y Jamal Azmí, ex gobernador de la provincia de Trebisonda.
 La venganza armenia se había ejecutado.