Supongo que siempre tuve muy claro que tendría más de un hijo o hija y por eso con Ares intenté ser precavida y comprar el máximo de cosas posibles con colores neutros (además de que yo no soy mucho de rosas ni azules, la verdad). El destino quiso que finalmente tuviera dos niños, así que eso me ha ayudado principalmente a ahorrarme un buen presupuesto en ropa ya que el pequeño está heredando gran parte del armario del mayor.
Como os digo, la gran ventaja para mí de tener dos niños y que además se lleven tan poquito (2 años y 9 meses) ha sido el gran ahorro en ropa que me ha supuesto. Honestamente (y hasta el momento), apenas le compro ropita a Goran, únicamente algún body y algunas otras camisetas de niños de temporada a la que no me puedo resistir por los colores o dibujos.
Es un alivio ponerte a hacer el cambio de ropa y darte cuenta que el armario de Goran ya está prácticamente lleno y sin pisar apenas la tienda. Con la llegada del verano, por ejemplo, tengo todo tipo de pantalones de niño listos para él: vaqueros, pantalones de sport, pantalón largo, pantalón corto, etc.
Sin embargo Ares tiene más suerte y sí que va de estreno siempre (es lo que tiene ser el hermano mayor). Entiendo que cuando sean más grandes la situación cambiará, no sólo para no causarles ningún posible trauma de desigualdad entre hermanos, sino también porque en esta edad (4 años), los pantalones de Ares acaban para tirarlos literalmente a la basura, ya que se pasa el día en el suelo y acaba rompiéndolos por la rodilla.
Es cierto que a veces no coinciden por estación climática pero ya os explicaba hace unos días que lo mejor es vestirles a capas (la manga corta es mucho más fácil de disimular cuando les queda pequeña que las camisetas de manga larga, así que en ocasiones las combinamos con un body debajo que vaya acorde con el clima del momento), aunque a veces tengo que tener cuidado con el exceso de capas, ya que ellos son demasiado pequeños para saber qué ponerse en cada momento. Es decir, si yo estoy con ellos decido cuándo ponerle o quitarle la chaqueta pero cuando ellos están en el colegio, los pobres van más perdidos. En el caso de Ares, por ejemplo, cuando juega no se acuerda de si tiene frío, calor o ganas de hacer pipí.
Y si la ropa es un problema, no os quiero ni contar el mal de cabeza que traigo con el calzado. Hasta ahora Goran que no caminaba también heredaba todo lo de su hermano y su primo pero ahora que empieza a caminar, prefiero que cada uno use su propio calzado.
Acertarles con el número correcto es toda una odisea, ya que cuando están en pleno cambio de número nunca sabes si decidir dejarles más justo para evitar tropiezos o más grandes para ofrecerles más movilidad (recomendado).
En Sitges hace mucho calor, tanto que hasta el zapato cerrado se hace incómodo de llevar, así que este año he optado por cogerle unas sandalias abiertas, aunque tengo mis dudas sobre cómo acabarán los pies de sucios... y es que no se me ocurre otra manera de que respiren sin necesidad de ponerles calcetines. ¿Alguna otra sugerencia?
Sheila
Me llamo Sheila y hace 4 años que decidí contar mi experiencia maternal en Blog de una embarazada. Ahora que ya soy bimadre, me encantaría seguir contigo en Palabra de Madre. ¿Te quedas por aquí? Soy curiosa y me gustaría compartir mis curiosidades contigo. Así que pregunta, comenta, comparte...