James Stewart es Jeff, un fotógrafo que debe guardar reposo a causa de una pierna escayolada. Los días son largos y calurosos y su principal entretenimiento es observar desde la ventana a los habitantes de las viviendas de enfrente. Pero una noche contemplará una escena que le hará sospechar que uno de sus vecinos ha asesinado a su mujer. La cuestión es ¿alguién le creerá?
Todos tenemos algo de voyeur, somos curiosos por naturaleza y tenemos especial predilección por enterarnos de la vida de los demás y, por eso, La Ventana Indiscreta atrae tanto. Es fascinante la manera en la que vamos conociendo, de la mano del personaje de James Stewart, la vida de sus vecinos y resulta casi imposible no sentirse identificado porque, absolutamente todos, acabaríamos haciendo lo mismo que él. En el fondo, disfrutamos conociendo los trapos sucios de la gente y el vecindario de James Stewart sería el paraíso para cualquier cotilla.
Que estamos ante una película que ha causado sensación queda claro cuando vemos su repercusión. Desde el remake televisivo de 1998 protagonizado por el malogrado Christopher Reeve hasta los homenajes que se le hacen en producciones tan dispares como Misterioso Asesinato en Manhattan (Woody Allen, 1993) y Disturbia (D.J. Caruso, 2007) o en sendos capítulos de Los Simpson (Bart of Darkness, 1994) o Castle (The Lives of Others, 2013) es innegable que el cine de el gordo marcó un antes y un después.
No me molesto en decir que la recomiendo. Vedla y punto.