La historia dice que Edward Mordake era un noble inglés del siglo XIX que, efectivamente, tenía una segunda cara en la nuca que no hablaba ni comía, pero podía reír y llorar. Edward le pidió a los médicos que le quitaran la "cabeza demoníaca", ya que supuestamente le susurraba cosas horribles por las noches, pero nadie accedió a cometer la operación. Desesperado, se suicidó con 23 años. Antes de morir dejó instrucciones de que la cara debía ser destruida para que no continuara susurrándole en la tumba.
Aparte de esto, se añaden pocos detalles adicionales, como que la segunda cara era de una hermosa pero espantosa mujer. Para rastrear su origen hay dos rutas: encontrar el origen de la foto y/o del texto. En primer lugar, la foto no es de Edward Mordake, al menos de él mientras estuvo vivo. Se trata de una figura de cera que le representa
Pero si con la imagen no podemos encontrar el origen de Edward Mordake, habrá que recurrir al texto. En su caso, proviene del libro Anomalies and curiosities of medicine (Octubre 1896) de los doctores americanos George M. Gould and Walter L. Pyle. Este recopila casos médicos extraños, entre el que se encuentra el de Edward. El fragmento es el siguiente:
Una de las historias más extrañas así como melancólicas de la deformidad humana es la de Edward Mordake, de quien se dice que era heredero de uno de los pares más nobles en Inglaterra. Sin embargo, nunca reclamó su título y cometió suicidio con veintitrés años. Vivió en aislamiento completo, rechazando las visitas incluso de los miembros de su propia familia. Era un joven de buenos logros, un profundo estudioso y un músico de habilidad poco común. Su figura era notable por su gracia, y su cara - es decir, su rostro natural - era de un Antinoo. Pero sobre el dorso de su cabeza había otra cara de una bella muchacha, "encantadora como un sueño, terrible como el diablo". La cara femenina era una simple máscara, "ocupando solo una pequeña porción de la parte posterior del cráneo, aún exhibiendo todo signo de inteligencia, no obstante, de tipo maligno". Parecía vérsele sonreír y burlarse mientras Mordake lloraba. Sus ojos podían seguir los movimientos del espectador, y los labios "farfullarían sin cesar". No era audible ninguna voz, pero Mordake declara que le impedía el descanso por la noche debido a los odiosos susurros de su "gemelo diabólico", como lo llamaba, "que nunca dormía, pero me habla siempre a mí de tales cosas como las que solo de dicen en el infierno. Ninguna imaginación puede concebir las tentaciones tan aterradoras que me ofrece. Por alguna maldad sin perdón de mis antepasados estoy unido a este demonio - porque seguramente sea un demonio. Ruego y suplico que elimines su apariencia humana, aunque muera por ello". Estas fueron las palabras del desafortunado Mordake a Manvers y Treadwell, sus médicos. A pesar de su vigilancia cuidadosa, se las arregló para adquirir veneno, por el que murió, dejando una carta pidiendo que la "cara demoníaca" pudiera ser destruida antes de su enterramiento, "para que no continúe con sus terribles susurros en mi tumba". A su voluntad, fue enterrado en un lugar de residuos, sin lápida o leyenda para marcar su tumba.Ni Gould ni Pyle aportaron su fuente, ya que decían que provenían de orígenes profanos. Aunque pudo ser una invención propia de ambos autores, hay explicaciones médicas para la condición de Edward. Por una parte, pudo ser un caso de craniopagus parasiticus, en el que la cabeza y cuerpo subdesarrollado de un gemelo parasítico queda unido a la cabeza del gemelo desarrollado. La otra explicación es la duplicación craneofacial o diprosopus. Aquí se debe a una actividad anormal de la proteína SHH (Sonic Hedgehog). Cuando actúa en exceso, amplía los rasgos faciales o los duplica. Es una condición que puede verse tanto en humanos como en animales, pudiendo llegar a desarrollar una vida normal.
La fuente profana de donde Gould y Pyle pudieron sacar la información pudo ser el artículo del poeta Charles Lotin Hildreth en el Boston Sunday Post del 8 de diciembre de 1895, que fue publicado días después en otros periódicos, como el Parsons Daily Sun el 11 de diciembre o The Decatur Herald el 14.
El artículo titulado "Las maravillas de la ciencia moderna: algunos monstruos medio humanos que se consideraron la progenie del diablo" describe casos extraordinarios de "monstruos humanos" supuestamente extraídos de viejos informes de la Royal Scientific Society. Entre ellos está la "mujer pez de Lincoln", que desde las caderas hacia abajo estaba cubierta de escamas y tenía cola de pez; el "mitad humano, mitad cangrejo", cuyas manos y pies acababan en pinzas endurecidas; el "niño melón de Radnor", del tamaño y color de un melón, sin órganos sensitivos perceptibles pero con una ranura vertical para la boca; el sr. Pewness de Stratton cuyos pies y manos estaban intercambiados, el "hombre de cuatro ojos de Cricklade"; "Jackass Johnny", quien tenía orejas de asno; la "araña de Norfolk", que se arrastraba sobre su vientre con seis patas peludas con garras y una cabeza humana.
El artículo terminaba con la rara a la par que melancólica historia de Edward Mordake, que reproduce palabra por palabra lo escrito posteriormente por Gould y Pyle, quienes también copiaron el caso del hombre de cuatro ojos sin dejar ninguna referencia a Hildreth. Charles L. Hildreth hace referencia a la Royal Scientific Society, que podría ser la Royal Society de Londres. Sin embargo, aunque los archivos de la Royal Society están disponibles online, no hay referencias a los casos extravagantes de Hildreth, lo que sugiere que no son más que ficción.
No es extraño puesto que Hildreth, aparte de poeta fue autor de ficción especulativa, con libros como The mysterious city of Oo, donde unos jóvenes viajan al interior australiano para encontrarse una civilización blanca de orígenes griegos que florece entre los salvajes. Sus relatos cortos se podrían englobar en la ciencia ficción. Incluso sus poemas, en la línea de Edgar Allan Poe, muestran interés en temas góticos y de otro mundo.
A falta de revistas especializadas, en el siglo XIX no era extraño que los periódicos presentaran su historia como no ficticia. Uno de los casos más sonados es trata del árbol antropófago de Madagascar que publicó el New York World en 1874. Así que lo más seguro es que Edward Mordake no sea más que una invención de Charles Lotin Hildreth, quien no pudo ver el éxito de su creación ya que murió en 1896 con 39 años, cuando se publicó el libro de Gould y Pyle.
A pesar de todo, su personaje sigue siendo recordado ya que además de habitar museos de cera, le han dedicado una canción, una ópera, una película y ha aparecido en varios episodios de American Horror Story: Freak Show.
Fuente: Hoaxes