“El lenguaje no cubre nunca con exactitud la idea; por tanto (...) toda expresión es metáfora (...) Pues si lo que decimos no coincide exactamente con lo que pensamos, ha de entenderse que meramente lo sugiere. Y ese decir que es sugerir es la metáfora” (Ortega y Gasset[1]).
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“Los grandes problemas filosóficos requieren una táctica similar a la que los hebreos emplearon para tomar a Jericó y sus rosas íntimas: sin ataque directo, circulando en torno lentamente, apretando la curva cada vez más y manteniendo vivo en el aire son de trompetas dramáticas”(Ortega y Gasset[2]). “Por eso, todos los asuntos que toquemos, aun los que tengan un primer aspecto más bien literario, reaparecerán una vez y otra en círculos posteriores de radio más estrecho y exigente. Con frecuencia hallarán ustedes que lo que un día tuvo sólo el cariz de una pura frase o de un adorno metafórico, surgirá otro día con el más grave gesto de rigoroso problema” (Ortega y Gasset[3]).
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“Quien quiera enseñarnos una verdad que no nos la diga: simplemente que aluda a ella con un breve gesto, gesto que inicie en el aire una ideal trayectoria, deslizándonos por la cual lleguemos nosotros mismos hasta los pies de la nueva verdad (…) Quien quiera enseñarnos una verdad, que nos sitúe de modo que la descubramos nosotros” (Ortega y Gasset[4]).
[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, pág. 38
[2]Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, p. 279.
[3]Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, p. 288.
[4] Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”, O. C. Tº 1º, p. 336.