Te voy a contar la verdad sobre tu hijo de 3 años. Sí, te lo voy a contar a ti que escribes que los niños de 3 años son unos imbéciles. Pero sobre todo se lo voy a contar a quien cree que así no es el cuento que te has montado…. Fui madre de un niño de 3 que ahora tiene casi 10. Y te diré que te va a dar un sopor cuando pasen 7 años si no has sido capaz de crecer como madre al lado de esos hijos genialmente maravillosos que ahora tienes a tu lado. Porque ellos van a crecer… y los conflictos crecerán con ellos como lo han hecho con nosotras.
Aquí lo verdaderamente importante es si tú vas a estar a su altura o si vas a hacer que ellos crezcan a tu bajura. Porque con 10 años te va a faltar aguante para hacer que siga siendo tu balanza positiva como madre. Y te lo digo yo, que sí reconozco que tengo un hijo genial (a las duras y a las maduras).
Un niño con 3 años es un genio en potencia. Personalmente estoy convencida de que si conociera a tus hijos de 3 años, igual que a los de cualquiera, mis ojos los verían como genialmente infinitos: pueden llegar a ser los adultos que ellos quieran ser (y que tú les permitas alcanzar). Porque tendrás que saber que así como sean tus límites puedes hacer que sean los suyos. Valiente decisión la tuya la de convertirte en madre… y la mía, y la de los millones de madres que decidimos ser las eternas segundonas de esta historia vital. Esa es nuestra responsabilidad: la de no mermarles en su crecimiento. Ellos son infinitamente ilimitados; somos los adultos los que podemos caer en el error de limitarlos. Yo que tú me replanteaba seriamente tu forma de verlos y por supuesto decidía cambiar ese adjetivo tan limitado que les has colocado. Imbéciles… ¿de verdad puedes estar tan ciega o es que has caído en las redes de venderte como madre por ser madre bloguera?
Un niño de 3 años es el futuro. Puedes invertir en él o no, pero decidas lo que decidas tienes que saber que nada de lo que consiga será tuyo… todo lo que consiga será de él. Es lo que tiene ser madre: o decides seguir siendo la protagonista, o decides ser actriz secundaria que hace que el protagonista luzca mejor en su propia película. Puedes disfrutar de ver en lo que se ha convertido o lamentarte por lo que pudiste hacer y no hiciste. Ambas serán las consecuencias del papel que tomaras. Porque ser madre es caminar en equilibrio; y ser hijo, igual.
Tu hijo vale más por lo que ríe que por lo que llora. Puedes darle sombra o darle luz. Pero recuerda: él aprende de ti.
P.D.: soy madre antes que madre bloguera. Mis post positivos no pretenden venderte un mundo maternal maravilloso, solo la experiencia de una madre que antes de serlo probó lo que era vivir con su lado más oscuro, y decidió que ese no sería el que la identificaría. No te vendo productos ni te venderé lo que no soy. Pero te venderé mi experiencia de vivir la maternidad como lo hago: como una pasión. Mi pasión son mis hijos, es mi familia, soy yo; no son los comentarios o el número de seguidores de este blog. Lamento si no cumplo tus expectativas como madre bloguera, pero es que estoy ocupada en cumplir mis expectativas y las de mis hijos. Ese es mi talento. Y el millones de madres anónimas.