Aquí todo el mundo. Aquí todo el mundo opina. Y entre ellos hay una casta (palabrita de moda) cuyas opiniones parece que están por encima de cualquiera.
Más allá de políticos, de empresarios, de abogados, de arquitectos, de filósofos o de gente de la calle la voz de lo líderes de opinión se alza todos los días como guía espiritual que parece debemos seguir a ciegas y sin rechistar.
El papel de los líderes de opinión conviene descifrarlo convenientemente. Primero, saber quienes son, segundo saber a qué intereses representan y tercero poner en cuarentena lo que dicen después de sabido lo primero y lo segundo.
Los líderes de opinión no son los periodistas, los cientos de periodistas que trabajan en un medio, en una empresa, en una institución. Ellos son gente trabajadora, que se esfuerza, que lucha por contar lo que ve, que lucha contra las presiones mediáticas, contra las presiones internas de su propia empresa, contra las presiones externas de aquellos círculos de poder que ven peligrar sus ideales. Son gente honrada que trata de dignificar la profesión con su trabajo intentando que su independencia periodística no se vea especialmente vulnerada aunque desgraciadamente muchas veces no pueden luchar contra Goliat.
Los líderes de opinión son estos otros “grandes” periodistas que en aras a su trayectoria, reconocimiento y profesionalidad se han hecho acreedores de este “título” de líderes y son siervos útiles de sus empresarios que bajo las bandera de la independencia les reciben con la cartera abierta para que sean quienes filtren una ideología, una manera de entender el mundo que, a buen seguro, sus seguidores aplaudirán avalados por esa trayectoria a la que me refiero.
Pero esto tiene un peligro. Porque estos líderes de opinión cuyas opiniones son “humildes” pero contundentes saben las cifras que el Estudio General de Medios arrojan y saben que esas cifras no son números sino personas a las que con una voz seductora y una sonrisa de medio pelo persuaden a sus oyentes porque saben de su influencia.
Por eso hoy quiero hacer una llamada a los seguidores de estos líderes de opinión para decirles que, en unos tiempos convulsos como los que vivimos no se dejen seducir por la voz profunda o la cara guapa. Que sean libres. Que escuchen a quienes quieran pero no sólo a uno. Que naveguen por los medios en busca de una verdad informativa que sólo cada uno de nosotros podremos encontrar, contrastando, comprobando, cuestionando, dudando de lo que todos estos líderes nos dicen.
Y, otra a los líderes de opinión para que relean el manual de las buenas prácticas periodísticas y recuerden que si un periodista tiene sentido es porque esos, del EGM, le habilitan para que se les informe con verdad pero con la verdad universal no con verdades parciales al servicio de las ideologías.
Foto: FreeDigitalPhotos/Jscreationzs
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