Muchos de los debates, noticias y reflexiones sobre la crisis mundial pueden ser manipulaciones interesadas para ocultar lo que realmente sucede. Al menos, ese es el planteamiento de dos documentales que nos recuerdan que no todo es lo que parece. Cierto o no, estos títulos seguramente contienen más verdad que muchos de los titulares que encontramos en los medios de comunicación. Construir un thriller en forma de documental es difícil. Películas como Man on wire nos muestran la capacidad de un cineasta para sustentar una estructura de misterio sobre el diálogo con un solo protagonista. Chris Smith consigue algo parecido en Collapse (2009), una de las propuestas más terroríficas que hemos visto en mucho tiempo. El protagonista principal es Michael Ruppert, un ex-policía de Los Angeles que fue apartado del cuerpo cuando comenzó a hacer públicas investigaciones sobre la relación de la CIA con el tráfico de drogas (¡ahí es nada!). A lo largo de sus 82 minutos asistimos a un monólogo de este investigador que ha estado 30 años enfrentándose al sistema para denunciar injusticias y, sobre todo, la pérdida progresiva de la credibilidad en el sistema norteamericano. La entrevista trata de ofrecernos un cierto aire de seriedad respecto al entrevistado, aportando recortes de periódicos y un currículum intachable como policía. Pero también hay que decir que Michael Ruppert siempre ha sido un personaje cuestionado por diferentes sectores del periodismo, que le han visto como un intruso obsesionado con las teorías de la conspiración, que sostiene sus planteamientos sobre endebles bases de investigación. Sea como fuere, no se puede negar al director una perfecta ejecución de una entrevista llena de pausas, cigarrillos, miradas, cigarrillos, y movimientos de cámara suaves pero certeros. Y resulta curiosa e inteligente la concepción escenográfica de la entrevista, como si estuviera en un garaje abandonado, levemente iluminado por claroscuros que ensombrecen su rostro, como si se tratara de un interrogatorio. Y tampoco podemos negar la lógica aplastante de algunas de las frases del entrevistado. Para Ruppert, no nos encontramos ante una crisis económica pasajera, sino ante el principio del colapso de una sociedad industrializada que sólo ha sabido sostenerse en una fuente de energía principal (el petróleo), que comienza a dar preocupantes señales de agotamiento. O lo que es lo mismo, aconseja el ex-policía, más vale invertir en oro y en semillas para poder plantar la comida que nos alimentará en el futuro, antes que seguir pidiendo préstamos a un sistema bancario que está a punto de irse a la bancarrota. ¿Teorías obsesivas de la conspiración? ¿Verdades que ocultan la realidad de un problema mundial? No sabemos, pero da miedo escuchar a este hombre. Sin duda Collapse es uno de los documentales más interesantes del momento, y en la misma línea nos llega otro de esos llamamientos a la cordura que desde hace años está haciendo la periodista canadiense Naomi Klein. Ya hemos hablado (y recomendado) en otra ocasión su libro La doctrina del shock, una lúcida y brutal "tirada de la manta" a la mierda que ocultan las grandes corporaciones económicas y a su influencia dañina tanto en regímenes dictatoriales (Chile o Argentina) como en supuestos gobiernos proletarios (la Sudáfrica de Mandela). Unos y otros han sido asesorados por los mismos grupos de presión económica, que sin duda están haciendo lo suyo para seguir transformando la sociedad en beneficio de sus intereses. La doctrina del shock tuvo un espléndido reflejo audiovisual en el cortometraje de Alfonso Cuarón, y ahora se convierte en largometraje documental de la mano de Michael Winterbottom. Quizás una película pueda hacer más que un libro de 500 páginas, pero ante la duda seguimos recomendado la lectura de un trabajo periodístico de altura que es capaz de abrirnos los ojos ante la situación actual. Se puede o no se puede estar de acuerdo con las teorías conspiratorias, pero lo que sí es cierto es que necesitamos pensar por nosotros mismos, enfrentarnos a la realidad con las armas que tenemos (la inteligencia y la clarividencia), y no dejarnos arrastrar por reformas abusivas o recortes imposibles. Lo que nos plantean este tipo de teorías (que podemos ver como exageraciones si se quiere) es la necesidad de tomar las riendas y abandonar el estado de las cosas acomodaticio al que nos habíamos acostumbrado. ¿Plantar semillas? ¿Por qué no?