La verdadera historia del Callejón del Diablo,Toledo

Por Pablet
Elsa se traslada a vivir a Toledo, a una antigua casa situada en el callejón del diablo, donde el alma de una joven judía intentará conectar con ella para completar su ritual. Lo que Elsa no imagina es que esta terrible historia desvelará su verdadera identidad. Autora: Laura Ovejero Martínez.
La historia que os voy a contar llego a mí de forma muy extraña, cuanto menos misteriosa. Muchas personas lo llamarían casualidad pero muchas otras, destino. Nunca olvidaré tal testimonio descrito con una letra apresurada, pequeña y excesivamente curvada sobre un papel envejecido con el tiempo y sin embargo, fechado en la época actual.
Firmados bajo el nombre de Elsa aquellas palabras que apenas ocupan tres páginas, son el manifiesto de que en una de las calles más recónditas de Toledo, tuvo lugar algo más allá de la vida que se escapa a nuestra razón. Un hecho inexplicable del que no debería haber quedado rastro y siendo ignorado por la mayoría de la población, permaneció vivo en la soledad de una caja vacía, enterrada, entre viejas piedras derruidas e iluminadas cada amanecer por un fino rayo de luz entrante a través de un pequeño agujero del techo de madera de aquella vieja casa. Uno más de tantos misterios que esperando incesantes a ser encontrados aguardan en los rincones de la ciudad imperial.
Siento un dolor tan intenso en los pies que no me deja respirar. Parecen pequeñas agujas que me atraviesan por cada paso que doy. Apenas puedo levantar las piernas del suelo hundidas en un espeso y pegajoso lodo que intenta arrastrarme al fondo, y aunque camino con gran dificultad sé que no puedo detenerme. En la lejanía, escucho una voz suave y delicada que repite mi nombre una y otra vez, pero no logro ver quien es.


Elsa, Elsa, Elsa…
¿Mamá?
- Intento mantener la calma. Me quito precipitadamente la venda que rodean mis ojos, pero todo sigue oscuro. Mi corazón se acelera y mi respiración se agita, agotada, dedicó todas mis fuerzas en gritar enérgicamente hasta quedarme sin voz, pero nadie viene a ayudarme.
- Cuando cuente tres te despertarás y te sentirás tranquila. Uno, dos y tres.
Esta fue la última sesión de hipnosis que tuve con mi psicóloga y mejor amiga Gema. He tenido este sueño todos los días desde que llegué a Toledo. Gema estaba convencida de que mis males tenían su origen en los cambios que recientemente se habían producido en mi vida. Había terminado una fuerte relación con Víctor, mi novio, había perdido el trabajo y estaba empezando una nueva vida lejos de casa. Según su diagnóstico, todos mis miedos se expresaban a través de aquel sueño que me perturbaba por las noches.
Al principio no le quise dar importancia, y no quería dudar de la profesionalidad y experiencia de Gema pero en mi interior estaba convencida que aquello significaba algo más. Y así fue.
Sólo habían pasado dos meses desde que me había trasladado a vivir a Toledo en una pequeña casa, según la casera con muchos siglos de historia, situada en el Callejón del diablo. Nunca había sido supersticiosa ni había creído en historias de fantasmas, rituales, magia o conjuros, pero empecé a ver personas que no existían para el resto y empecé a escuchar extraños ruidos y cánticos que ocurrieron en otros tiempos.
Todo marchaba aparentemente normal hasta que un día algo cambió. Al llegar a casa, después de las clases en la Escuela de Arte, me detuve un momento a buscar las llaves en el bolso, y aquella vieja mujer de avanzada edad que todos los días barría la calle, me agarró fuertemente por el brazo. Mi sorpresa fueque aquella anciana al levantar su mirada del suelo era una joven hermosa con el pelo negro como el carbón, los labios rojos como el carmín, su tez morena como el café y con una mirada profunda de ojos grandes y negros. Sin salir de mi asombro, temerosa retiré el brazo, pero ella se acercó aún más y me susurró:
Te he estado esperando, Elsa.
- Asustada la empujé para alejarla de mi, y al caer al suelo volvió a ser la anciana que cada día había visto barriendo la calle. Culpable por lo ocurrido me acerqué para ayudarla pidiéndole disculpas, pero sin retirar la mirada del suelo se levantó torpemente y se marchó. Creí estar volviéndome loca. Subí a casa atropelladamente y demasiado nerviosa para poder pensar. Esa noche no pude pegar ojo.
A la mañana siguiente en clase no podía quitarme de la cabeza lo ocurrido.Decidí ir a la biblioteca para investigar sobre la ciudad de Toledo, sobre sus leyendas y sus misterios, pero al salir de clase, Arturo, uno de mis profesores, me detuvo en el pasillo. Aún recuerdo la conversación.
Elsa, (al sujetarme el brazo un escalofrío me recorrió el cuerpo, pero lo reprimí, avergonzada), ¿estás bien?, no te he visto muy participativa en clase, parecías ausente.Sí, estoy bien, sólo un poco cansada. Anoche no pude dormir bien. Tus ojos no dicen lo mismo.Sólo es cansancio. Hasta mañana.
- Arturo me volvió a sujetar del brazo sin dejarme marchar.
Elsa, tengo algo para ti. Se lo que te está pasando.No entiendo a que te refieres.Estoy aquí para ayudarte, toma esto, pronto lo entenderás.
- Arturo me entregó un libro pequeño cubierto con un terciopelo marrón de aspecto antiguo sin nada en la portada que lo identificara. Desconcertada por su comportamiento desistí de ir a la biblioteca y me marché a casa. Sentada en el sofá miré fijamente al libro durante horas. Sé que parece una locura, pero no sabía si estaba preparada para averiguar aquello que sospechaba y que inevitablemente me aterrorizada. Con mi corazón saliéndose del pecho tomé el libro entre mis manos. 
Tenía un broche dorado que cedió con un poco de presión y se abrió por la mitad, asombrosamente estaba vacío. Las páginas estaban en blanco y por muchas veces que las revisé no había la más mínima letra, símbolo o testimonio escrito. ¿Por qué me había entregado un libro en blanco?
Ansiosa por preguntar a Arturo sobre ese misterioso libro llegué antes a clase, pero ese día no apareció. La directora nos dijo que Arturo se había marchado de la ciudad y que hasta la llegada de su sustituto ella misma nos daría las clases. No quería creer que Arturo se hubiera marchado sin darme ninguna explicación sobre aquel libro, por lo que me arme de valor y fui a hablar con la directora para preguntar su dirección o algún número de contacto. Esperando en su despacho, nerviosa e impaciente llegó la directora.
¡Elsa!, te estaba buscando, Arturo me dejó esto para que te lo entregara. (lo cogí temblorosa) Y dime, ¿que querías?Nada. Sólo… (pensativa, no sabía qué decir) estaba preocupada por el profesor, ¿está bien?Si, se ha tenido que marchar fuera por motivos de trabajo.Vaya, pues me alegro que esté bien. Adiós (apenas podía mantener una conversación coherente)
- Me apresuré por llegar a casa lo antes posible para abrir la carta. Mi incertidumbre era insoportable. Quería averiguar que me estaba ocurriendo y a la vez deseaba que no me estuviera pasando a mí. Inexplicablemente, a pesar del miedo, por alguna razón, aquello misterioso y oculto siempre me había despertado un interés especial, arrastrándome inexorablemente y sin remedio hacia las tinieblas. Inquieta y con el vello erizado, abrí el sobre.
Querida Elsa, te preguntarás por qué no hay nada en el libro, a todos nos ocurre la primera vez. No desesperes, mantén tu corazón y tu mente abierta. La clave está en tu fe. Para poder ver lo que está escrito sólo debes creer. Pronto nos veremos
¡Esto es todo! (grité desesperada) ¡Creer que!
- Aquello tenía que ser una broma. Nada tenía sentido. Después de mirar el libro
varias veces esa misma tarde, me propuse descubrir lo que fuera que tuvieraque descubrir; tenía que llegar hasta el final de aquel asunto y sólo se meocurrió una manera.
Al caer la noche, me tumbé en el suelo con el libro sobre mi pecho y cerrélos ojos. Nunca me había costado tanto concentrarme y aislarme de aquelloque me rodeaba. Todos los nervios de mi cuerpo parecían atentos a cualquierpresencia o ruido que surgiera a mi alrededor. Con mucho esfuerzo y pasado
unos minutos conseguí no pensar en nada. Sentía estar preparada paracualquier cosa, y decidí abrir el libro, pero todas las páginas seguían en blanco.
Resignada lo cerré y lo dejé en la estantería. Después de la ducha, al volvera la habitación, el libro estaba abierto sobre la mesa y ante mis propios ojosaquellas hojas vacías se llenaron de tinta negra revelando diversos textos ydibujos aparentemente descolocados, que al principio juzgué árabes, peroal examinarlos de cerca, estaban en griego. Los idiomas nunca habían sidomi fuerte, pero increíblemente podía entenderlos. Aquellas letras y símbolosdescribían lo que parecía ser un ritual.
Había llegado el momento de vencer a mis miedos. Preparé todo como el libroindicaba. Dibujé aquellos símbolos y encendí diez velas colocadas sobre uncírculo de sal. Derramé unas gotas de azahar, unas cuantas semillas de hinojoy pronuncié aquellos versos griegos. Antes de terminar los versos, y a pesar deque todas las ventanas de la casa estaban cerradas, se levantó un fuerte airey el fuego de las velas se avivó con tanta intensidad que iluminó la habitaciónpor completo. En aquel momento, oí que una puerta se abría con estrépitoen el vestíbulo de abajo. Pasos pesados ascendieron por la escalera, y sinpoder mover un solo músculo de mi cuerpo, acto seguido todo paró. Mientraspensaba que podía haber salido mal, me dí cuenta que estaba dormida ydentro de aquel sueño que tantas noches me había perturbado.
Todo parecía aparentemente igual, pero no lo era. Pude salir con facilidadde aquel espeso lodo, quitarme la venda de los ojos sin ver oscuridad ycaminar sin dolor en busca de aquella voz que repetía mi nombre. Corrí calleabajo siguiendo la voz, pero llegó un momento en el que parecía proceder detodas partes, me dejó confusa, sin saber a que lugar dirigirme, y me sentíatan cansada que las tortuosas y desalineadas calles de Toledo parecíanestrecharse cada vez más convirtiéndose en un laberinto sin salida.
Sin saber cómo, llegué al callejón del diablo y allí estaba aquella anciana,expectante, inmóvil e impasible a los gritos de su víctima. Con una posturaamenazante y vestida con una túnica negra tenía los ojos completamenteen blanco y alzando los brazos abiertos hacia el cielo comenzó un cánticopara invocar a los muertos y al mismo Lucifer. En un acto de valentía intentédetenerla, pero antes de que me pudiera acercar a ella un fuerte estruendo yun fogonazo de luz impidió mi objetivo.
Desperté en mi cama y dudé que aquello que había ocurrido fuera verdad. Enun intento de dar cordura a mi vida, me asomé por la ventana con la esperanzade ver aquella anciana que se estaba convirtiendo en una auténtica pesadilla.Bajé a la calle para preguntar a los vecinos sobre ella y todos contestaron lomismo. Nadie la conocía. Aturdida y creyendo enloquecer llamé a Gema, perono descolgó el teléfono. Decidí salir de la casa y después de dar tumbos porvarias calles de Toledo, entré a un bar a tomar una copa.
Después de un par de whiskys, me empecé a sentir mucho mejor pero tambiéndiferente y fuertemente observada. Disimuladamente me alejé de la barra yadvertí como todos los hombres de aquel bar no dejaban de mirarme. Miradas
lujuriosas y seductoras. Percibía como deseaban mi cuerpo y lo que en unprincipio, me hizo sentir avergonzada después me hizo sentir poderosa, yesa sensación me agradaba. El tiempo pareció detenerse, y bailé eufóricay aturdida, hasta que poco a poco aquellos hombres me fueron rodeando ymientras acariciaban con sus manos mi cuerpo me dirigí sensualmente haciauno de ellos que me llamó especialmente la atención. No pude resistirme asu aspecto de chico malo de ojos azules y penetrantes. Me sentía ardiente,desatada y deseaba su cuerpo y su muerte.
Cuando me quise dar cuenta le tenía atado en mi cama y le arrancaba losbotones de la camisa a mordiscos. Me levanté a coger un pañuelo para taparlelos ojos y al alzar la mirada hacia el espejo en lugar de ver reflejado mi rostro viel de aquella joven y anciana. Me había poseído controlando mi cuerpo y mispensamientos. Al principio luché contra ella con todas mis fuerzas, pero prontosupe que no debía resistirme dejándome llevar a su tiempo para revivir aquelhorrible episodio de su vida.
Respondiendo al nombre de Sara, era una joven judía de la que todos creíanque no había sido bendecida con el don de la belleza. Mientras el resto demuchachas judías se casaban con sus pretendientes, ella aguardaba sumidaen la enorme tristeza que sentía su corazón, ansioso de ser correspondido. Elpaso del tiempo, convirtió esa tristeza en odio, y el odio en venganza.
Cansada de los rechazos de los hombres, una noche fría de invierno, aescondidas de su padre, acudió hasta lo que hoy se conoce como la calle delPozo Amargo para reunirse con una vieja hechicera con el fin de invocar a lasfuerzas del mal y realizar un pacto con el diablo. Sara poseería el poder dela seducción y todo aquel hombre que se cruzara en su camino, si así era suvoluntad, caerían rendidos a sus pies. Convertidos en títeres, su única razónde ser sería la de complacer todos sus caprichos y deseos. Sin embargo,aquel pacto tenía un precio muy alto. A cambio de aquel poder, cada luna llenadebería elegir a uno de esos hombres, a quien mataría mediante un preciso ymaléfico ritual enviando su alma a los infiernos.
Lo que Sara desconocía es que el joven judío que había elegido aquellanoche de luna llena, estaba locamente enamorado de ella. La amaba desdeel primer día que sus miradas se cruzaron en la plaza de Zocodover mientrasacompañaba a su padre al mercado. Ella, ciega por su sed de venganza, no sepercató de las pretensiones de aquel joven muchacho y su dura indiferencia lacondenó. No sólo perdió el amor sino la oportunidad de ser feliz.
A pesar del rechazo de Sara, aquel joven la siguió amando en silencio, y ellacreyendo que estaba preso de su embrujo llevó a cabo el ritual, pero conconsecuencias diferentes. Ante su asombro, el embrujo no surtió efecto sobreel joven sino sobre ella, que quedó condenada y atrapada en el tiempo en elcallejón del diablo.
Durante siglos había esperado pacientemente un portal por el cual volver a lavida y conseguir el alma de otro joven, y ahora ese joven estaba atado en micama. En aquel instante lo entendí. Debía morir el cuerpo para liberar el alma.
Antes de que Sara pudiera controlar mi cuerpo, tomé un cuchillo con firmezay me lo clavé en el corazón. Mi cuerpo se desvaneció, y mientras los latidosde mi corazón disminuían, unas líneas negras empezaron a surgir desde losdedos de mis brazos hasta cubrir todo mi cuerpo. Creí estar muerta, perocuando aquellas líneas se completaron, mi corazón volvió a latir, mi pelo sevolvió blanco y mis ojos completamente negros. Me había convertido en uno delos guardianes de los cinco puntos.
Siento marcharme tan precipitadamente sin despedirme de ti, pero ya hacomenzado mi nueva vida y bajo las calles de esta hermosa ciudad siempre teestaré esperando. Ahora tengo una nueva misión, pero eso es otra historia.
***
Así terminan las líneas que Elsa escribió dos días antes de desaparecer. Sumadre lloró cada día por ella, pero una mañana se levantó diferente. Cambiólos llantos por una sonrisa, afirmando que su hija estaba viva. Familiares,amigos, vecinos y cuantos la conocen creen que ha enloquecido porque no hasabido superar su muerte.
FIN
Publicado en: https://docs.google.com/open?id=0Bwm2pYk1Z69xYkJxelJoUmE3VHM
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