1. Conocerse a uno mismo: cuando un escritor se pone delante del papel en realidad se está enfrentando a sí mismo. Todo lo que se plasma, todo lo que sale de él e incluso todas las frustraciones que surgen por no ser capaz de dejar constancia de lo que uno quiere no son más que el reflejo del que se pone a los mandos.
2. Reflexionar: muchas veces no entendemos la magnitud de los problemas hasta que los ponemos por escrito. Les dan realismo, hacen que parezcan más consistentes que si simplemente los tenemos rondando por nuestro cerebro. Escribir todo aquello que se nos ocurra nos puede ayudar a ver cómo resolver cada problema que tenemos.
3. Desahogarse: cuando tenemos problemas optamos por varias vías, pero nunca intentamos apostar por una que nos puede vaciar y hacernos sentir mucho mejor: la escritura. Soltar todo lo que tenemos dentro y volcarlo sobre el papel es una de las mejores terapias que podemos encontrar.
4. Divertirse: porque aunque parezca que siempre tenemos que tener un objetivo cuando nos ponemos a escribir, también podemos hacerlo para divertirnos simplemente. Ponte delante del papel y que salga lo que tiene que salir es una de las mejores experiencias que puedes tener.
Estas son algunas de las razones por las que puedes decidir ponerte delante de un papel sin necesidad de tener que crear una historia. ¿Eres tendente a desahogarte en el papel? ¿Te diviertes de esta manera?