Tejados de Urbino, desde el Palacio Ducal. (c) AJR, 2018
(Lecturas en voz alta). Andando por tierras italianas, por ejemplo en el triángulo que se enmarca entre Bolonia, Rávena y Urbino-Pésaro, con centro obligado en Forlí, uno tiene la impresión a cada poco de que hay tanta historia escondida en el arte tan abundante y visible por doquier, que no nos cansaríamos nunca de caminar con los ojos abiertos y en la cabeza una permanente ensoñación. Todo hasta que la cruda realidad, la inmediata y la mediata, se pone en su sitio y exige atender a cuestiones no ya prosaicas, rudas sin más. En ese vórtice, historias como las que cuenta este reportaje, además de suministrarnos argumentos placenteros y útiles (hoy mismo se verá), subrayan la maravilla del vivir legendario que tenemos siempre al alcance de la mano, frente a toda inclemencia.