La vida.

Publicado el 01 febrero 2015 por Beatriz68

Sonia.  Nunca  me hubiera imaginado que iba a pasarme algo así.Tomás se ha quedado de piedra. Pensé, por un momento, que todo se derrumbaba. Pero cuando el doctor nos habló de la posible solución y vi que no estaba todo perdido, salí aliviada de la consulta apretando fuerte en la mano " el número de la esperanza”. Antes de marcharme, al pasar por la sala de espera,  busqué con la mirada a la chica de melena rizada con la que había estado hablando, y le sonreí.
Rosa.  La chica delgadita y dulce que estaba esperando a mi lado parecía contenta al salir de la consulta. Han debido tener más suerte que nosotros. Yo en cambio he salido hundida. Raúl me dice ,ya en el coche, que hemos recibido un golpe bien fuerte , pero que todavía tenemos algo a lo que agarrarnos,que por pedir cita donde nos ha recomendado el doctor, no vamos a perder nada. Pero...no sé.
Sonia.  Acabamos de volver de la clínica de los milagros. Entramos un poco asustados, porque nos cruzamos en la puerta con la pareja del otro día, y ella ,la chica de la melena rizada, llevaba los ojos llenos de lágrimas. Pero resulta que hemos salido locos de contentos.   Nos recibió una doctora muy amable que enseguida nos explicó el proceso que tendríamos que seguir con pelos y señales. Escuchamos con atención: Los embriones se implantan en el útero materno , como muy tarde, a los cuatro días de su fecundación in vitro. Seis días es lo que tarda el embrión en implantarse en el útero cuando la fecundación es natural. Nos cuenta también que la diferenciación celular no comienza hasta el séptimo día después de la fecundación.  Cuando la doctora acabó nos miramos , sonreímos y no lo dudamos un instante.¡Sí,hemos dicho que sí !   La que me espera. Medicación, quirófano, malestar, incertidumbre... Van a ser unos meses duros, y además sin saber si el tratamiento va a dar resultado. Pero merece la pena ; se trata de una vida.

  Rosa.  He salido de la famosa clínica para la fecundación in vitro medio llorando. Raúl no me ha hablado del tema hasta llegar a casa.- Rosa, no quieres hacerlo ¿verdad?- me dice mientras preparamos la cena.- No, creo que no- le respondo mordiéndome el labio.- ¿ Te das cuenta que es la única forma de que podamos tener un hijo? - Lo sé. Pero...no puedo- susurro.  Raúl me mira rogándome. ¿Por qué? La doctora nos ha explicado...- ¡ No puedo. Ya te lo he dicho!- respondo nerviosa - ¡ Me da igual lo que diga esa doctora! ¡ Soy incapaz de congelar o destruir unos embriones, "nuestros" embriones !   Lloro.  Se hace un silencio tenso.  Por fin hablo más tranquila pero resoluta.- Lo siento. No podría hacerlo sin sentirme culpable. Para mí un embrión es ya una vida.  Raúl cierra los ojos y respira profundamente.-No estoy de acuerdo contigo, pero te entiendo.  Otro silencio tenso.   Después, gracias a Dios, un abrazo.        
                                       
Tres años después.
  Hoy Raúl  llega tarde a casa ,así que Rosa ,al salir del trabajo,se compra unos sandwiches y se va dar una vuelta por el centro comercial . Al entrar ve que han puesto unas atracciones  para los niños. Está hasta los topes porque ya están de vacaciones. Se sienta en un banco y se  queda viendo cómo lo pasan subiendo y bajando por complicados toboganes,o escalando  estructuras de colores.Todos tan lindos, tan llenos de energía .Se  fija en un rubillo de unos dos años muy gracioso y travieso. En  un momento se  sube a lo alto del tobogán,se  tira a toda velocidad y  sale lanzado por los aires. Una chica delgadita  acude corriendo a recogerlo. Al ver que no se ha hecho nada  sonríe dulcemente. Rosa  reconoce esa sonrisa 
  El niño enseguida sale corriendo lleno de vida.  
                                           



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