La vida nunca premia a los sensibles
la intensidad siempre nos derrota,
nos sumerje en una espiral de emociones
despierta del letargo nuestras almas
y nos hace sentir vivos
a costa de la propia sangre.
La vida nunca premia a los sensibles
la intensidad siempre nos derrota,
nos sumerje en una espiral de emociones
despierta del letargo nuestras almas
y nos hace sentir vivos
a costa de la propia sangre.