Jesús Silva R.
Ha desaparecido físicamente Nelson Mandela, pero su legado revolucionario será ejemplo de dignidad inagotable para futuras generaciones.Han sido muchos los revolucionarios que a temprana edad fueron asesinados por el imperialismo y el fascismo internacional, como los casos de Ernesto Che Guevara, Augusto César Sandino y Hugo Chávez. Singularmente fue Mandela uno de los pocos que tuvo una larga vida que le permitió conocer un mundo menos injusto en comparación con aquel que lo vio nacer a principios del siglo XX.
No se ha terminado el racismo en el mundo actual, pero gracias a hombres revolucionarios como Mandela, en Sudáfrica existe igualdad jurídica para que afrodescendientes y blancos puedan elegir a sus gobernantes y tengan también la posibilidad de ser elegidos como nunca antes había acontecido durante décadas de brutal discriminación racial conocida como Apartheid.
Aunque en el panorama socioeconómico, hayan todavía notables diferencias en la calidad de vida de la comunidad blanca y sus privilegios frente a la otra comunidad de nativos negros sudafricanos, es mucho lo que se ha avanzado en materia de derechos humanos como la eliminación de la esclavitud y el cese de la guerra civil en ese territorio.
En esas conquistas fue clave el trabajo de Mandela quien abiertamente predicaba las ideas del socialismo y desde sus tiempos de militante radical encabezaba los movimientos antiracistas en Sudáfrica. Tales luchas le costaron el criminal encarcelamiento del cual fue víctima por casi 30 años. Admirablemente siguió siendo inspiración de las luchas democráticas y por la igualdad racial en todo el continente africano y el resto del mundo.
Mandela recibió ofertas (chantajes) de que se le otorgaría la libertad si renunciaba a la lucha política antirascista. Sin embargo ese admirable gigante de la dignidad, rechazo tajantemente tales ofrecimientos. Y justamente cuando su movimiento (ANC) se convirtió en una ola indetenible de millones de mujeres y hombres afrodescendientes reclamando sus derechos, el gobierno racista blanco no tuvo más opción que darle libertad y decretar la eliminación del Apartheid.
Fue tal la grandeza de Mandela, que una vez libre, aceptó compartir el premio Nobel de la Paz con Frederick DeClerck, el último presidente blanco de Sudáfrica y cómplice del criminal Apartheid. Para ese momento, ese acto de nobleza de Mandela sirvió como llamado de tolerancia y reconciliación a los sudafricanos luego de siglos de salvaje esclavitud y violaciones a los derechos humanos.
Su paso por la presidencia de Sudáfrica fue breve, de alguna manera su obra histórica antiracista ya estaba completada mucho antes de llegar al gobierno. Pero bien vale la pena destacar un episodio de su toma de posesión presidencial, cuando su primer invitado de honor a dicha ceremonia fue el Presidente de Cuba, Comandante Fidel Castro. En aquel entonces era George Bush padre quien gobernaba en EEUU y le envío carta a Mandela expresando que era inaceptable que un líder democrático invitara a su juramentación, a un dictador como el de Cuba.
Evidentemente la invitación no era casualidad, durante los años 60, 70 y 80, Fidel movilizó miles de tropas cubanas que lucharon victoriosamente junto a los africanos para derrotar el colonialismo, las dictaduras rascistas y el Apartheid, como sucedió en Angola, Congo, entre otros territorios del África. Entre las batallas, se destaca la legendaria “Cuito Cuanavale”, cuando los cubanos derrotaron a tropas rascistas sudafricanas.
Dignamente, Mandela le respondió: Sr. Presidente de EEUU, parece que usted ignora la historia del Afríca, Fidel Castro ha sido fundamental en la conquista de la libertad de muchos pueblos africanos, entre ellos Sudáfrica. Más tarde Fidel sería condecorado como héroe del África por el congreso nacional sudafricano.-