Por Carmen F. Etreros.
He tardado unos meses en ver La vida de Pi de Ang Lee. Confieso que al ver los premios obtenidos en los Óscars me he animado a verla y reconozco que me ha impresionado. La vida de Pi es una película imprescindible, que no hay que perderse y que la verdad no sé muy bien cómo definir: una parábola visual, una historia maravillosa y al mismo tiempo dura y cruel. La naturaleza y el hombre en lucha por la vida.En La vida de Pi Ang Lee ha intentado trasladar la novela de Yann Martel a la gran pantalla. Una historia, para los que no la hayan leído, cargada de filosofía que narra cómo un chico indio sobrevive a un naufragio y debe compartir una balsa con una cebra, un orangután, una hiena y un tigre. La película comienza cuando nuestro protagonista ya adulto recibe en su casa la visita de un escritor interesado en escuchar la extraordinaria historia de cómo Pi cruzó el Océano Pacífico y sobrevivió a 227 días de naufragio. A través desu historia nos va contando el origen de su nombre Piscine y los problemas que le crea en el colegio, su singular relación con la fe y diferentes dioses (pretende ser hindú, cristiano y musulmán al mismo tiempo), las enseñanzas de su padre sobre los animales salvajes y la religión, la chica de la que se enamora al verla en un exótico baile y cómo la familia tiene que embarcarse para viajar a Canadá para vender los animales del zoo, porque ya no los pueden mantener.