La alergia es una reacción exagerada del organismo a una sustancia. En una alergia alimentaria, el organismo reacciona ante las proteínas de un alimento, por contacto, ingestión e incluso inhalación. Tener una alergia alimentaria no es ninguna tontería. Una alergia de este tipo, si está mediada por Inmunoglobulinas, pone en riesgo la vida del que la padece.
A los 9 meses descubrí que Lucas era alérgico al pescado. Estábamos los dos solos en casa, cenando. Se comió un trozo de gallo a la plancha y enseguida lo escupió llorando (no era la primera vez que lo comía). Pensé que se había quemado así que el siguiente trozo lo soplé bien, pero de nuevo la misma reacción. No insistí más, de lo que me alegro infinito. Me giré un momento para prepararle otra cosa de comer y al momento allí estaba mi pequeño, con los ojos medio cerrados, los labios hinchados, el cuello lleno de habones. El susto fue mayúsculo y el camino hasta el hospital terrible, conducir mientras sabes que tu hijo está fatal y no puedes verle. Desde entonces, hemos tenido muchos sustos.
Muchas alergias diagnosticadas en la infancia suelen resolverse a los largo de los años, por suerte para el paciente. La alergia al pescado, por el contrario, es de difícil curación y muchos niños alérgicos seguirán siéndolo en la edad adulta.
Con Lucas el peregrinaje por la alergia ha sido duro y complicado. Con 14 años sigue siendo un niño muy alérgico.
En el colegio tuvimos bastantes problemas. Es cierto que cada vez hay más niños alérgicos y que los colegios están cada vez más preparados para este tipo de situaciones. Pero la realidad es bien distinta. Si eres madre/padre de un niño alérgico sabrás de lo que hablo. Evitar un alimento parece sencillo, pero no siempre lo es. Es fácil que el niño no coma merluza. Pero ¿qué ocurre cuando la comida lleva el alérgeno oculto? La familia de un niño alérgico se vuelve experta en leer etiquetas, cosa que no siempre ocurre en los comedores escolares. Fríen empanadillas de atún y ahí van, en el plato de tu hijo y al rato te están llamando para que vayas corriendo. O una rica paella….a la que han puesto como ingrediente estrella, caldo de pescado. Cada mes, la circular del comedor era estudiada exhaustivamente, para ver todo lo que podía causar alergia al niño. Aun así, a pesar de que en el comedor aprendieron a evitar esos alimentos, seguimos teniendo sustos: comidas cocinadas con aceite de haber frito pescado; niños de poca edad comiendo unos al lado de otros y salpicando accidentalmente comida al plato de mi hijo… Después de unos años y varios sustos que nos hicieron acudir a urgencias, terminé quitándole del comedor.
No solo en los comedores escolares hay problemas. Comer fuera de casa a veces es una misión de riesgo. Un verano antes de nacer Sara, nos fuimos de un restaurante. El niño quería croquetas que evidentemente, freían en la misma freidora que todos los fritos y no querían hacérselas en una sartén. También se negaron a hacerle patatas fritas en aceite limpio exclusivo para él. Así que muy ofendida, me levanté y nos largamos. Por suerte, en la mayoría de los sitios, en seguida se ofrecen a hacer comida especial para Lucas y no hay problema. Otra vez en otro bar, Lucas pidió un sándwich mixto, ¡un sándwich mixto! Pan de molde, jamón y queso, ¿qué problema podría haber? A los pocos bocados empezaron a picarle los labios, a hincharse, a tener urticaria…Interrogamos al cocinero y resultó que había tostado el pan en la misma plancha en la que hacía el pescado. ¡Alucinante! Podría contarte cientos de anécdotas y de sustos.
Y de pronto tu pequeño alérgico se hace mayor y quiere irse de campamento de verano con sus amigos. Y tú vives una semana con el corazón en un puño, deseando que no te llame nadie a la hora de la comida. Por supuesto, él va cargado con la adrenalina autoinyectable y los monitores te han asegurado que controlan de alergias, pero hasta que vuelve sano y salvo, el susto no te lo quita nadie. Este verano…va a irse 11 días de campamento en Julio, a ver cómo lo llevo.
A pesar de todos los controles, de estar pendiente de todo, hay veces que algo se tuerce. Y así nos pasó el viernes, que pasamos la tarde en urgencias. Y lo peor de todo es que fue culpa mía. Un despiste y mi hijo tuvo una reacción alérgica moderada. Al recoger a Sara del colegio fuimos a los precocinados a por un pollo asado. Allí Sara decidió que quería un San Jacobo y se lo compré. Sólo para ella, pues tengo claro que Lucas no puede comer ningún frito fuera de casa. Ya en casa, Sara sólo se comió la mitad y dejó el resto en el plato. Yo esa noche trabajaba y estaba deseando irme a dormir un rato para aguantar toda la noche despierta, así que dejé el plato en la mesa. Cuando Lucas llegó del instituto, además del pollo, vio el San Jacobo en el plato…y se lo comió. Media hora después me despertó con un fuerte dolor abdominal, diarrea y varios vómitos, además de tener la tensión baja, estar pálido y mareado. Pensé que sería una gastroenteritis. El pobre, hecho polvo como estaba se tumbó en el sofá y se quedó dormido. Un rato después, estaba lleno de habones. Las orejas y los labios se le habían hinchado, tenía sibilancias al respirar, los ojos rojos, el cuello, las axilas y todos los pliegues estaban llenos de urticaria. Cuando caí en los restos de San Jacobo que habrían frito en el mismo aceite que el pescado de los precocinados, se me cayó el alma a los pies. Tanto control, tanta educación sanitaria y se había puesto así por mi culpa. Le di medicación, tomó broncodilatadores y nos fuimos a urgencias donde acabaron de curarle. Por suerte la cosa quedó en un susto, una reacción alérgica moderada con afectación respiratoria, gastrointestinal, urticaria y angioedema y a las 9 de la noche toda la alergia había revertido y Lucas se encontraba bien. Y eso sólo por comer algo que se había cocinado en aceito contaminado con proteínas de pescado. No quiero pensar qué habría pasado si hubiese comido pescado.
La alergia alimentaria en una cosa muy seria. No podemos bajar la guardia ni un momento. Los accidentes existen y hay que estar preparados para ello. Ojalá sea el último accidente en mucho tiempo.