¿Es la vida del deportista de élite una vida atormentada? ¿Realmente disfrutan algunos disfrutan de su trabajo? De esto me gustaría tratar en esta ocasión. En el deporte, igual que sucede en la vida, hay envidias, y el ciclismo no se queda fuera. Existen envidias por tener grandes dotes para subir los puertos, o para sprintar, o por ser buen bajador, o seguro que por ser gregario de algún gran líder. Esto está claro que es muy duro de afrontar, pues si la cosa sigue llega un momento en el que sabes que no te puedes fiar de nadie, da igual quién sea, y la cabeza puede llegar a pasarnos jugadas muy malas. Pero no solo eso. Muchas veces, la presión a la que se somete el ciclista profesional, al igual que cualquier deportista de élite, es muy elevada. El contrato depende de tus resultados, y una mala temporada, donde quizá por lesiones los resultados no han acompañado, pueden jugarnos una pasada muy mala, pues hay un grave riesgo de no renovar para el año siguiente. Y luego, cómo no, está el caso del doping, que tanto marea al ciclismo. Este tema provoca mucha presión a nivel social, si se descubre "el pastel" puedes prepararte para recibir críticas por todos los lados y de todas las personas, y verás cómo tu carrera deportiva ya no será la misma, pues a partir de ese momento te verás sometido a comentarios de todo tipo, y posiblemente tus posibilidades de encontrar equipo se compliquen. Si no has dado positivo, aunque no estés ni relacionado, también es complicado ver cómo algunos estropean y manchan lo que para unos es una pura afición, pero lo que para otros es un trabajo, con lo que ganan un dinero, y será lo que les dará de comer durante unos cuantos años y, aunque no tengan nada que ver con el doping, aunque ellos no se hayan dopado y en su equipo nadie tenga relación con eso, verán manchada su imagen porque otro compañero de otro equipo sí ha tomado sustancias prohibidas. Todo esto es muy complicado de soportar, y no todo el mundo está preparado para ello. Además, muchos deportistas, que de golpe ganan mucho dinero, quizá no saben controlarlo en un principio, por lo que a la larga se arrepienten de no haberse controlado de todos los excesos, al igual que sucede con las lesiones. ¿Es, acaso, agradable la vida del ciclista profesional? En su mayoría puede que si, pero siempre hay un grupo pequeño que tiene que afrontar muchos problemas que eso precisamente les acarrea, y no es nada fácil.
Este italiano, último en ganar el Tour de Francia hasta que llegó el actual vencedor, Vicenzo Niballi, demostró cuáles eran sus facultades en el ciclismo en cuanto la carretera se ponía hacia arriba, con aquellas salidas tan famosas agarrado a la parte baja del manillar. En el 1994 ya dio los primeros indicios de que daría mucha guerra, entrando en tercera posición en su debut en el Tour. Poco después llegó su primer problema, durante la Milán-Turin, al chocar contra un automóvil, lo que dio a pensar que la carrera deportiva del Pirata podría acabarse.
En el 1997 tuvo que retirarse del Giro de Italia al tener una caída. Llegó al Tour con ganas de llevarse el maillot amarillo, mostrándose muy superior en las etapas de montaña, pero un Jan Ullrich con un gran estado de forma provocó que el sueño de Marco no se cumpliera. Pero solo fue ese año, pues al siguiente, en 1998, Pantani logró alzarse con la victoria en la ronda gala. Así, este ciclista pasó a ser el primer italiano tras Gimondi en el 1965 en vestirse de amarillo. También se alzó con la victoria en Giro, en una edición donde no hubo mucha montaña.
Parecía que Marco estaba empezando a demostrar toda su calidad con estas victorias tras los primeros problemas que le dio el ciclismo en la Milán-Turín y luego en el Giro, donde tuvo que retirarse por caída. Y fue precisamente ahí, en el Giro, donde volvió a encontrarse con el lado oscuro del ciclismo, el cual, desde mi punto de vista, provocó el declive de la vida deportiva de Pantani: su hematocrito estaba alto. Así, a pesar de sus victorias en cuatro etapas y llevar el liderato a la espalda, Marco tuvo que despedirse de esa edición de la ronda italiana.
En el 2000, el italiano dejó verse otra vez. Aun sin posibilidades de victoria en el Tour del 2000, uno de los que dominó Lance Armstrong, dejó ver algo de la calidad que había demostrado en otras competiciones anteriormente. En el Ventoux tuvo un mano a mano precisamente con Armstrong, quien cedió la victoria a Pantani. Este hecho no le sentó bien al italiano. Ésta fue su penúltima victoria, la última fue en otra de las etapas montañosas de aquel Tour, ésta vez en solitario. Pero el Pirata optó por retirarse pese a que había logrado dos victorias.
¿Podemos hablar de un ciclista atormentado? ¿Puede ser que el caso del hematocrito hundiese la vida deportiva de Marco Pantani? Desde mi punto de vista, creo aquel positivo sí que desmontó por completo la vida deportiva de este profesional. Está claro que no todo el mundo, independientemente de si es verdad o no que el ciclista se haya dopado, es capaz de aguantar la presión que supone que seas el centro de críticas y críticas, y que además, hayas involucrado a tu equipo en un caso de doping, independientemente, repito, de que tu hayas tomado algo o no hayas tomado nada. Esa mucha presión, y no todo el mundo la aguanta. Marco, pese a que volvió tras este problema, y aún demostrando parte de su calidad en el Tour de Francia, creo que no pudo soportar todo lo que le vino encima, y optó por dejar el ciclismo profesional. ¿La decisión más adecuada? Pues no lo sé, pero él lo hizo, y supongo que sus razones tendría.Está claro que habría que verse en su lugar para ver cómo se sentía, pues teniendo clase para estar delante, algún motivo muy concreto tendría que haber.
Hemos visto también ciclistas como fue el caso del Chaba, por poner un ejemplo, que también podrían ser, digamos, "ciclistas atormentados". Creo que es hora de ponernos a pensar hasta qué punto el deporte de élite, ya no en ciclismo sino en cualquier lugar, es beneficioso.