La vida, el mejor de los regalos

Publicado el 20 diciembre 2014 por María Pilar @pilarmore

Alguien me ha preguntado cuáles eran mis deseos para estos días y tras volcar en una hoja en blanco las más maravillosas aspiraciones que alguien puede desear y plasmarlas con la más bella de las escrituras:

-Pero, ¿qué estás haciendo? si ni tú misma te lo crees -mi yo interior cuando se pone insolente es insoportable. Estrujé el papel con la mano y lo tiré a la papelera. Es tan fácil caer en los tópicos que imponen los condicionamientos sociales...

Sinceramente creo que en algún lugar de mi infancia se quedaron encriptados mis ansiados deseos porque la realidad siempre supera la imaginación menos en el cumplimiento de las ilusiones tan anheladas como imposibles. Tal vez, esa fue una de las razones por las que empecé a soñar e inventar cuentos, porque tenía en mi mano el poder ilimitado de crear mundos, engendrar personajes, imaginar situaciones, ... Mas tarde, me hice lectora empedernida y fueron otros los que me hicieron vibrar y emocionarme, reír y llorar y desde entonces mi deseo siempre fue y sigue siendo tener un libro en las manos.

La vida no se nos ofrece envuelta en papel de celofán con grandes lazos y tarjeta personalizada con libro de instrucciones incluido, pero creo que es el mayor regalo que hemos recibido. ¡Qué poco la disfrutamos y la valoramos! Como tantas "cosas" importantes que tenemos y que no son precisamente por las que más dinero hemos pagado... Anhelamos tener esto o aquello, sufrimos por conseguirlo, luchamos, lloramos y cuando lo logramos ya estamos embarcados en la siguiente ocupación. Aprender a vivir, a reflexionar y a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida de cada día es mi gran deseo.

Y deseo a todos los que han pasado por mi vida, a los que estáis en ella o aquellos que aún no nos hemos conocido, pero que a lo largo de este 2014 habéis ido construyendo a vuestro alrededor un mundo mejor, que os toque el gordo de la felicidad en el Sorteo de Navidad y a los demás, que agarren un gripazo emocional que les obligue a abrir su "caja de caudales" y empiecen a sacar, ¡pero ya! lo mejor de ellos mismos.