La vida en la "nube"

Publicado el 17 octubre 2014 por Alberto Garcia @ensurincon
Hemos pasado de estar en la higuera, en Babia, en la luna, en la inopia e incluso en el limbo a estar en la nube, o por lo menos tener una parte de nuestra vida guardada en la nube.
El “estar en” no tenía mayor peligro, hacías un viaje mental hacia algún lugar agradable donde te mantenías abstraído y entretenido con tus propios pensamientos. Siempre había alguien que se encargaba de sacarte de tal estado, nada grave. Mascullabas entre dientes algún insulto a tan desagradable personaje y continuabas tus quehaceres…


Pero ahora nos han vendido “la nube”, un lugar lejano, etéreo y casi místico donde puedes depositar tus documentos, tus fotos, tus videos, tu música… tus vergüenzas, con total impunidad y seguridad (eso dicen). Te puedes liberar de toda esa quincalla digital que guardas en tu ordenador, en discos externos, en DVD e incluso en pendrives. La idea nos gusta, incluso regalan hasta cierta cantidad de gigabytes para almacenarla. Lo gratis nos pierde. Aunque no tenga una gran utilidad, si es gratis lo quieres.
Solucionado, vuelcas todo. Desde el último “selfie”, al video comprometido, pasando por el “curriculum” y terminando con una carta escrita en Word –nunca enviada– al añorado amor de tu vida. Menuda liberación, es como tener un trastero digital.
Pero la “nube” es real. Es un servidor ubicado vaya usted a saber donde, que algunas veces se cae y no puedes entrar, pero donde los hacker si entran a fisgonear y robar. Pero tampoco te angusties, como mucho puedes perder los documentos o descargarlos con daños irreparables. Tu no eres un personaje público, a nadie le interesan tus “inconfesables secretos”.
Un día, por casualidad, ves colgada en la web una de tus fotos más “simpáticas”, donde apareces desnudo, borracho y en malas compañías. Te enfureces y con razón, nadie te ha dicho nada, no apareces en las noticias, tus amigos y familiares se comportan como de costumbre, el mundo te ha ignorado. No importas a nadie, digitalmente hablando.
Con tristeza y amargura haces un “favorito” de la dirección web donde han colgado una foto tuya… que parece no importar a nadie.