La vida en una mochila

Publicado el 11 junio 2014 por Molinos @molinos1282


¿Te imaginas que estás con tu pareja en la cama y te da un infarto?
Jaja, que risa.
Pues exactamente eso les ocurrió a Tim y Sarah.
Imagínatelo.
¿Qué harías?
El que sufre el infarto las pasa canutas, siente que se muere, sufre un dolor intenso y de repente tiene más miedo del que jamás pensó que se podría sentir.
Y ¿el otro? El otro siente pánico, terror e incredulidad, pero tiene que tomar las riendas y optar por ponerse histérico o mantener la calma.

"Estoy seguro de que fue una noche  mucho más dura para Sarah que para mi. Yo estaba o inconsciente o muy sedado mientras que Sara lo únco que podía hacer era esperar y preocuparse."


La mayoría de la gente opta por mantener la calma, llamar a emergencias y hacer pequeños gestos que le hagan sentir que "todo va a salir bien". Es una estupidez porque todo puede salir mal, pero esos pequeños gestos: hablar al otro, oír sus respuestas, ver llegar a las emergencias y preparar una bolsa para el hospital... le sirven de asideros, le mantienen atado a su vida real, a la vida que acaba de cambiarle para siempre. Esos gestos le sostienen en el momento.
Sarah preparó una bolsa mientras Tim era atendido por los médicos y ese gesto cambió sus vidas y su manera de percibirse como pareja y como personas.
Tim lo cuenta, mucho mejor que yo, en un columna en el New York Times, "En una pequeña bolsa, ella metió todas nuestras esperanzas"

"El proceso por el que el amor se revela es a veces lento, es una acumulación gradual de actos mundanos de bondad, sacrificio, atención y también mal comportamiento que dos personas comparten. El acto de Sara fue un ejemplo de como es el amor, despojado de campanas y susurros. Tener la oportunidad de contemplarlo, a pesar de las circunstancias, me hizo sentir como un hombre afortunado."


Un resumen de esta historia está en este video tan chulo que me he tomado la molestia de subtitular para que no tengáis excusa para no verlo.

"Había perdido la conexión entre decir "Te quiero" y sentirlo de verdad cuando permití que el miedo a la pérdida en la vida me abrumara. Adoptaría una posición científica para aislarme de las incertidumbres de la vida, especialmente de las del amor. Como resultado de esto, estaba emocionalmente atrofiado, sin involucrarme emocionalmente con las personas que me importaban. Era lo suficientemente inteligente para saber que las cosas tienen un final, pero no era lo suficientemente inteligente como para saber vivir con ello."