La vida era eso. Carmen Amoraga

Publicado el 06 marzo 2014 por Carmina
Conocí a Carmen con su novela El tiempo mientras tanto, y me enamoró su forma de escribir, su forma de encarar situaciones dificiles y extraer de ellas una parte positiva, a pesar de los años que han pasado, Maria José en aquella cama de hospital todavía me sigue llenando de ternura. Cuando supe que había ganado el Premio Nadal, ansié tener en mis manos la novela, sentarme en mi sillón y encarar la lectura, si podía ser sin saber demasiado sobre la trama.
Esto último fue misión imposible porque de repente la novela estaba por todas partes, y la temática también, empecé a temer que no fuera un libro para mí, que no encajase en mis gustos y no lo fuera a disfrutar. Sin embargo, desde la primera página este libro me ha cautivado, se me ha pegado a las manos y he sido incapaz de soltarlo, y no se trata de ningún thriller, no es una novela de aventuras, no es un page-turner, y yo deseaba tener un momento para sentarme a paladearlo, a degustarlo, a montarme en esa montaña rusa de sensaciones por la que viajaba Giuliana.
Varias cosas llamaron mi atención sin leer una sola línea, la dedicatoria, no es una dedicatoria común, si no juzgad vosotros mismos: A Viviana, Kayla y Chelsea y a la memoria de Walter Esteban Wainsztein. A Carlos, Carmen y Joana. Tras leer esta dedicatoria me puse a investigar un poco y descubrí que esta novela tiene parte de hechos reales y parte de ficción. Y esto lo descubrí en esta carta en la que Carmen Amoraga explica como se le ocurrió escribir esta novela.
La Autor@:Carmen Amoraga nació  en Picanya, Valencia en 1969. Es licenciada en ciencias de la Información y ha trabajado para radio y televisión. Columnista del diario Levante y colaboradora en tertulias en Punto Radio, Radio 9 y Canal 9, en la actualidad es asesora en relaciones con los medios de comunicación del rectorado de la Universitat de València. Colabora con la cadena Ser y publica artículos en Cartelera Turia. 
Con su primera novela Para que nada se pierda, obtuvo el II Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla. Le siguieron La larga noche Premio de la Critica Valenciana, y Todas las caricias. Algo tan parecido al amor, su siguiente novela fue finalista del premio Nadal 2007, y El tiempo mientras tanto, finalista del Premio Planeta 2010. En 2012 publicó en Destino El rayo dormido. También es autora de Palabras más, palabras menos (2006), una recopilación de artículos de prensa, y de Todo lo que no te contarán sobre la maternidad (Destino, 2009)
Sinopsis:
La muerte fulminante de su marido deja a Giuliana devastada y sola con dos hijas pequeñas. Superar un día tras otro está poniendo a prueba su resistencia y su imaginación, mientras pasa de la incredulidad al enfado, y de ahí a la idealización de su relación con William.
Descubre entonces, además de irrepetibles momentos que su memoria convoca una y otra vez, el legado más hermoso de William: una intensa red de relaciones que le traerán una nueva forma de estar en el mundo y le enseñarán, gracias al apoyo de los demás, que aprender a perder es aprender a Vivir.
A través de conversaciones, recuerdos, comentarios espontáneos de las redes sociales, escenas cotidianas, con vitalidad y sin dramatismo, y un cicatrizante sentido del humor. Carmen Amoraga construye una novela intima y universal sobre el amor y la pérdida, el valor de lo vivido y lo por vivir.
Impresiones:
El tema de esta novela es el duelo, como encarar la pérdida de un ser querido, pero también extrapolable a otras pérdidas que podamos sufrir, porque el duelo es un periodo necesario para asimilar ciertas ausencias y no es necesario que sean tan drásticas como la muerte de un ser querido.
Con Giuliana vamos pasando por las cinco fases del duelo, con ella vamos progresando y vamos viviendolas, es imposible no empatizar con ella, no sentir el dolor que ella siente, no hundirse con ella y renacer después, no enfadarse, no sentirse culpable. Giuliana vive subida a una montaña rusa de sentimientos y el lector comparte asiento con ella. Para ello la autora divide la novela en cinco partes, Negación, Ira, Negociación, Depresión y Aceptación.
Giuliana, la protagonista de la vida era eso, es una persona introvertida, tímida en exceso, tanto que parece antisocial, en la vida solo necesita a William y a sus hijas. Su marido siempre le ha echado en cara el poco esfuerzo que hace para comunicarse con los demás, para caerles simpática. Pero Giuliana no hace caso de estas cosas. Para sociable ya está su marido, que cae bien a propios y a extraños, tanto en la vida real como en la red. Giuliana ni siquiera tiene perfil de Facebook y le recrimina a William que dedique más tiempo a esos amigos virtuales que a ella misma.
Con un carácter así, quedarse sola en un país que no es el suyo y al cargo de dos hijas se le antoja imposible, añora a William cada segundo de su vida y si no fuera por sus hijas se reuniría con él. Comienza así la batalla por al supervivencia, se coloca la careta de supermamá y encara un día si y otro también. Y todo esto nos lo cuenta en primera persona, nos hace participes de su estado de ánimo, la vemos fingir con sus hijas y llorar en su habitación cuando cree que ellas duermen.
Lo que más me ha gustado de la novela es que Carmen no cae ni el dramatismo ni en la idealización, como bien reconoce Giuliana la muerte se lleva todo lo malo del ser que se ha ido y magnifica tus errores. Por eso nuestra protagonista reconoce que la vida con William no fue de color de rosa, que ambos tenían un carácter muy fuerte, que las broncas eran el pan nuestro de cada día en casa hasta que el enfermó, que seguramente cada uno había tenido su aventura extramatrimonial sin remordimientos.Y quizás esta parte es la que más me ha gustado. Porque no hay porque idealizar al ser que se ha perdido, es un ser humano con sus virtudes y sus defectos.
Las nuevas tecnologías en el proceso de duelo.


Creo que Carmen Amoraga ha acertado al introducir las redes sociales en la trama de la novela, porque hoy es una opción más. Giuliana no es una mujer sociable, su excesiva timidez le hace ser incluso antipática. Antes de morir William le hizo escribir en su muro de Facebook, y una vez el se ha ido es en este muro donde ella se vuelca, cree que de esa forma se comunica con él, se reencuentra con él.
De esta forma Giuliana descubre la magia de las redes sociales, el estar acompañada cuando en realidad estas sola, el apoyo, el calor de esas presencias aunque no puedas recibir un abrazo, Lo que postea en el muro es muy emotivo y hacen emerger a la Giuliana más entera, a la mujer dolorida que quiere seguir adelante. Si habéis ido al enlace de la carta ya sabréis que esas publicaciones de Facebook son reales, que están sacadas del muro de Walter y las escribía su mujer Viviana, y quizá por ello las sensaciones son más reales, son más fuertes, y te llevan a sonreír o a llorar según el estado de ánimo de Giuliana.
Descubierta la magia Giuliana se crea su propio perfil, pero no por ello cierra el de William, ese le sirve para recordarlo, para sentirlo más cerca, pero no para recrearse en el dolor, ni regodearse en él, lo usa de terapia sin ella ser consciente de ello.
Los personajes:
Carmen Amoraga opta por adjudicarles nacionalidad argentina a Giuliana y a William, y esto le sirve para introducir un pequeño rayo de humor en esta novela cuyo tema es más bien triste. Giuliana hace uso de la forma de hablar de su país, tanto cuando se comunica con su marido, como cuando lo hace con el resto de personas. Y es ahí donde la ironía nos hace esbozar alguna sonrisa.
Creo que no solo Giuliana ha pensado que las formulas de cortesía son un poco hipócritas. Como vamos a acompañar a alguien en el sentimiento, si nosotros no estamos en la misma situación. Son palabras vacías que se muy bien como me sientan a mí, pero pensaba que era una especie de monstruo incivilizado. Gracias a Giuliana he comprendido que es un sentimiento bastante común, que quizás más nos valdría abrazar a la persona que soltarle una sarta de palabras vacías.
Otro acierto de la autora creo que ha sido el plasmar el pensamiento de la argentina, por un lado lo que piensa, y por otro lo que dice, con ello ha aliviado la presión de la trama, nos ha hecho sonreír, y en mi caso sentirme menos marciana.
Confieso que no me gustan mucho los localismos argentinos, sobre todo porque me suelo perder, me saca de la historia, y de ahí que tenga una novela de Claudia Piñeiro arrinconada, esperando a que decida retomarla. Sin embargo, en esta novela no me han resultado nada cargantes, no me han sacado de la trama. Por eso mismo lo considero un acierto, porque me ha mantenido pegada a sus páginas incluyendo un elemento que a priori suelo rechazar de plano.
En cuanto a los personajes merece la pena descubrirlos por uno mismo, he ido dejando ligeras pinceladas de nuestra protagonista, no así de William que creo que es un personaje a descubrir, aunque sea a partir de los recuerdos de su mujer, de sus amigos, de sus hijas en menor medida, de la gente que lo trató, cada uno vio una cara distinta de él, y uniendo todas las piezas del puzle al final nos hacemos una composición de quien fue este hombre.
El cáncer
Por la sinopsis podríamos pensar que la enfermedad que se llevó a William fue un infarto. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Creo que no habrá familia en la que la lacra del s.XX y del s.XXI, no se haya cebado. Por si no lo habéis deducido me refiero al cáncer, y mi familia no ha sido una excepción. Me ha gustado la forma en la que la autora trata el tema. Los familiares de los enfermos pasan por altibajos tremendos, los mismos pacientes tienen momentos de mucha euforia y momentos en los que se hunden.
Me ha gustado ver reflejadas de nuevo las nuevas tecnologías, el wasap para los grupos de apoyo, porque estos se reúnen una vez al día, a la semana, cuando creen oportuno, pero a lo mejor no es el momento en que tú lo necesitas porque te estas hundiendo. La actitud de Giuliana en algunos momentos es admirable, en otras reprobable, posiblemente porque el duelo tiene sus fases y hay que ir quemándolas todas para renacer de las cenizas.
La autora a mi modo de ver trata el tema con elegancia, sin excesivos dramatismos, dando esperanza a quien lucha, un espejo en el que mirarse el que todavía está atravesando por estos momentos. Vemos al William más humano cuando combate la enfermedad, somos capaces de ver sus altibajos en su forma de actuar, como quiso proteger a su familia del dolor, como fue preparando a su mujer para ir encarando los golpes, porque las malas noticias golpean, hacen daño, te van quitando un poquito del ser que amas.
Son tantos los puntos que trata, que me quedo con la idea que ha tratado de transmitirnos la autora con esta novela, hay que aprender a perder, para aprender a vivir. Hay que superar las diferentes fases del duelo para sobrevivir a la pérdida, para rehacer la vida, para vivir porque ese es el camino a seguir, no hay otros posibles.
Conclusión:
Carmen Amoraga me ha vuelto a enamorar con esta novela, con este homenaje a su amiga Viviana a quien convierte en Giuliana. La trama nos envuelve en un abrazo, nos lleva de la mano en esta enseñanza a superar el dolor de la pérdida. Una vorágine de sentimientos arrasa a nuestra protagonista y de la misma forma al lector, a la persona que termina compartiendo con ella su desazón, su esperanza, su tristeza y sus alegrías.
Quizá el mayor acierto junto con los personajes tan entrañables que ha creado y que seguro que se quedarán en el corazón del lector una buena temporada, ha sido la elección de escenas cotidianas, del día a día, y la introducción de las redes sociales, tan importantes hoy, y de las nuevas tecnologías en general.
Esta novela aúna temas universales, el amor, la pérdida, el recuerdo de lo vivido, los buenos momentos, la culpa, la relegación al olvido de lo malo. Ensalzar lo vivido y valorar lo que queda por vivir.
Si no te has pasado por el enlace que he dejado al principio de la opinión te recomendaría que lo hicieras, así le darás una visión más profunda a esta novela. Al principio decía que varias cosas habían llamado mi atención, y apuntaba la dedicatoria, en el cuerpo de opinión os hablaba de otra cosa, la nacionalidad de los protagonistas y el manejo de las diferencias idiomáticas por parte de la autora, y ahora os apunto la tercera cosa, y es que carece de agradecimientos, es una parte en la que suelo recrearme tras la lectura de una novela y aquí me ha sorprendido su inexistencia, pero sobre todo me ha sorprendido que cierra esta novela un poema de Roberto Juarroz.
Una novela muy en la órbita de la narrativa de Amoraga, muy recomendable, y sensitiva.