Me resulta muy complicado elegir una película o una canción favorita. Mi estado de ánimo, el tiempo que lleve sin verla o escucharla… todo ello puede influir en inclinar la balanza hacía una u otra opción. Sin embargo, si tuviera que quedarme con una, solo una, creo que sería la Vida es Bella.
La primera vez que la vi en el cine salí completamente desconcertada, obsesionada por encontrar alguna fórmula que hubiera permitido a ese maravilloso personaje salvarse del soldado alemán y reencontrase con su familia. Las siguientes veces la vi en Italia. Contagiada por la fascinación compatriota que la imaginación y simpatía queaquel fantástico director inspiraba, me fui enamorando de cada detalle de la película, de su positividad y humanidad, hasta terminar aceptando el final como el mejor de todos los posibles.
Recuerdo verla con Jorge muchísimas veces. A los dos nos encantaba la gracia y elocuencia del proceso de conquistay llorábamos juntos al final. Era para ambos tan inspiradora que fue la única pieza musical que elegimos conscientemente como melodía de entrada en la ceremonia de nuestra boda. Era tan importanteque pedimos a las dos intérpretes que tocaron ese día que la prepararan, porque no la tenían en su repertorio.
Las últimas veces que la vimos juntos, sin embargo, yo no la vi entera. Ese momento de ruptura en el que la película pasa de comedia a drama se convirtió en un punto de inflexión para mí y generalmente me dormía o, si estaba sola, la apagaba. Para Jorge era algo desconcertante, puesto que realmente la segunda parte de la película, a pesar de la tristeza, heredaba el poso de amor y positividad sembrado en la primera mitad, manteniendo la atmósfera casi mágica.
En muchos momentos de estos últimos meses he pensado en la película y en mi vida, en ese corte penetrante y en esa segunda mitad contra el que ingenuamente me rebelaba y que ahora me toca protagonizar. Este segundo aniversario que no puedo compartir con Jorge recuerdo esa melodía al entrar en el salón de Cádiz, la felicidad con la que vivimos ese día y pienso en la estela de amor,viendo cómo continúa, sobre todo, a través de mis pequeños.