La vida es bella es una de mis películas preferidas, es una película inspiradora y que invita a la reflexión. Recuerdo que la primera vez que la vi fue en el instituto, en la asignatura de Religión, y en aquel momento la recibí de forma muy diferente a las veces posteriores. En un primer momento, a lo mejor debido a mi inocencia y desconcierto (no aceptaba el final de la película) me hacía pensar que el mal lograba vencer al bien. Sin embargo, con el tiempo, comprendí que ese no era el mensaje con el que la película pretende que el espectador se quede, es uno mucho mayor. Así, la lección más importante que extraje de esta película fue la de buscar la luz incluso en los momentos más duros y más oscuros de nuestra vida, porque si estamos dispuestos, la hay y la encontraremos. No fue hasta hace dos años, que comprendí la importancia y la realidad de este mensaje.
Recuerdo casi a diario a mi tío y creo que tanto a él como a mi tía les va como anillo al dedo esta película (que además eligieron como banda sonora para el día de su boda). Para mi, ellos han encarnado la misma lección que la que nos muestra “La vida es bella”: han disfrutando de los momentos más felices de su vida usándolos como combustible para seguir adelante en los más difíciles.
El día de la boda de mis tíos fue de los momentos más felices para mi hermana y para mi, primero porque estábamos deseando que por fin se dieran el sí quiero y segundo porque nos eligieron como damas de honor, lo que nos hacía una inmensa ilusión. Tan pletóricas estábamos que hasta queríamos sentarnos con ellos en el banco en frente de todos, lo cual no fue posible y a pesar de nuestra decepción y nuestra quejas, tuvimos que sentarnos en otra parte, aunque eso no nos importó en comparación con el hecho de que finalmente se casaran. De aquel día también recuerdo preguntarle a mis tíos por qué no entraban en la Iglesia uno detrás del otro, y ellos respondieron que lo harían juntos, y así, juntos y de la mano han caminado y hecho todo siempre, como un equipo perfectamente compenetrado, y estoy convencida de que siguen estándolo.
Igual que en “La vida es bella”, mis tíos han vivido momentos más felices y otros difíciles, han aprovechado al cien por cien los primeros y han afrontado juntos los segundos, empleando la fuerza que los primeros les había proporcionado para seguir adelante. Este mensaje es el que observo que mi tía les enseña a mis primos día tras día, ellos recuerdan a su padre pensando en los mejores momentos que han pasado con él y siempre con una sonrisa, a pesar de echarle de menos a diario y de estar tristes por su ausencia. Yo personalmente trato de recordar esto los días más duros, cuando el sentimiento de aquella primera vez que vi La vida es bella en un aula de instituto, de rabia y desconcierto, me asolan y no me dejan ver la luz al final de túnel ni recordar a mi tío como él se merece. Me quedo con los momentos más dichosos y divertidos con él, además de con su gran vitalidad, y sobre todo con su herencia: Jaime y Raquel.