"El sol sin viento empieza a quemar. El coche blanco está aparcado al pie de la carretera, a la entrada de una cañada bordeada de arbustos y de matorrales de helechos.
En el coche, un hombre con los pelos de punta parece estar durmiendo con los ojos abiertos y la cabeza apoyada en la ventanilla. Es moreno, de ojos oscuros, con largas pestañas muy finas que parecen pestañas de niño.
Se llama Blériot, hace poco que cumplió cuarenta y uno, y hoy- día de la Ascensión- lleva una corbatita de cuero negro y va calzado con unas Converse rojas."
Los motivos que nos llevan a acercarnos a un libro determinado pueden ser insospechados. En mi caso, desde hace tiempo, miro los títulos que cogen por sorpresa al mercado editorial en otros países, como es el que hoy traigo, y llevada por la curiosidad me acerco a ellos. Este título fue en Francia donde sobresalió en ventas, y eso unido a un par de comentarios, han hecho que hoy lo traiga a mi estantería virtual. Hoy traigo La vida es breve y el deseo infinito.
Conocemos a Nora, una mujer diferente que destaca desde su adolescencia porque no parece encontrar su sitio con su particular forma de pensar. El tiempo la lleva a conocer a Blériot y mantener una relación con él, pese a ser un hombre casado, y a mantenerla en suspenso durante dos años en los que estará en Londres junto a otro hombre, Murphy. Pero llega el día en que decide llamar a Blériot y volver a París desbarantando la vida de los dos hombres.
Casi la primera referencia que tuve de esta historia es que mostraba el amor desde un punto de vista masculino. Y posiblemente sea así. Nora es la mujer, esa con mayúsculas de la que se pueden enamorar y mantener viva en el recuerdo pese al paso del tiempo, la que se permite entrar y salir, no dejando que el hombre la olvide. Pero no es su historia la que realmente nos cuentan, sino la de cómo viven el amor los dos hombres que la rodean. Blériot, traducto y, casado con una mujer que lo mantiene. Es un hombre que se ve imperfecto y que sólo parece sentirse bien al lado de Nora. Un hombre que vivió en suspenso dedicándose a envejecer su vida y su matrimonio durante los dos años que dura su ausencia. Un hombre que revive y se debate entre la infidelidad, el matrimonio y el reflejo de lo que hubiera podido ser su vida al lado de alguien como ella. Por otro lado está Murphy, su antítesis, trabaja en bolsa y lleva una buena vida junto a una mujer que un día desaparece. Un hombre inteligente que no duda que se haya ido con otro pero que parece no poder borrar su huella ni sus sentimientos. Y ya tenemos el triángulo.
Es cierto que no me caracterizo por mi afición a las novelas románticas, pero en este caso pensé que podía ser interesante un cambio de perspectiva. Y justo eso es lo que nos ofrece el autor. en contra de lo que pueda parecer no es una historia de sentimentalismos, ni de sentarnos a leer y emocionarnos con las pasiones y desengaños de estos hombres. Ni busca tampoco que comprendamos a esta mujer tan particular. No, Lapeyre construye una historia basada en trivialidades cotidianas, que son las que forman nuestra vida. Paseos, viajes, un día en la piscina, abrazos, un beso en el cuello... todo eso es lo que nos encontramos en las páginas de esta novela. Y todo ello es lo que hace que se nos antoje una vieja historia conocida, con distintos nombres, distintos escenarios, pero que cualquiera puede estar viviendo a nuestro alrededor. Nos presenta de este modo una historia que se completa con las dos versiones, las de los hombres, cuya fusión daría la historia de amor perfecta que solemos encontrar en los libros de ficción. Porque nos habla de universos que se solapan para formar la realidad sin que sus protagonistas lo sepan, o puedan hacer nada por evitarlo. Nos habla de un amor apasionado, que duele y que se siente y que va cambiando las vidas. Y una mujer que afirma que no necesita dar explicaciones, ni siquiera cuando ve la herida que ha provocado.
Y todo ello lo hace en poco más de trescientas páginas escritas con sencillez y agilidad, conformando así un libro de fácil lectura en el que saltamos de uno a otro sin apenas darnos cuentas. Una novela que bien nos puede acompañar un par de tardes frías, ahora que todos buscamos el relax post fiestas navideñas.
Y a vosotros, ¿os gustan las novelas de amor?
Otro día ya os preguntaré sobre los finales felices, si se me olvida... que alguien me lo recuerde.
Gracias