Durante los días de encierro que tuvimos todos en pandemia, corrían mensajes de una ternura sobredimensionada del tipo "esto nos servirá para ser mejores personas, para aprender a valorar lo que realmente tiene valor, nos enternecerá el corazón para mejorar nuestras conductas...bla, bla, bla, bla".
Como casi todo de la vida, tal cuál la hemos convertido hoy día, mentiras, falacias, embustes, postureos...
La educación que nos dieron en casa y la que autoabsorbemos a lo largo de nuestra vida es nuestra credencial aunque ya ni eso. El luchar para crearte un nombre, una reputación y en definitiva, una identidad, se va al traste cuando lo único que vale y cuenta es trepar y trepar como sea y a costa de lo que sea.
Engañar, corromper, simular, torpedear, "apuñalar", pelotear, embaucar, babosear y mentir es hoy lo que cuenta y lo que se valora. La vida es un circo y lo peor es que estamos aleccionando a la generación que ha de sucedernos a que también sean "payasos" de esta función que tan bien nos está saliendo.