La vida secreta de las palabras

Publicado el 17 agosto 2011 por Hrubio
Antonio Lucas "Lobo".

Hay muchas formas de hablar, pero también existen gran cantidad de formas de no hacerlo. Las palabras pueden ser claras o por el contrario esconder información, poseer significados velados, a veces la ausencia de palabras guarda incluso mayor mensaje. Son los falsos silencios.
Tras el clásico sobre el césped, sobrevino el otro partido, la batalla tácita e implícita que apadrina la globalización, en donde la noticia estuvo en que Mourinho no habló, no compareció en rueda de prensa. En su lugar se presentó Karanka, el subordinado más puteado de España según muchos. Éste mantuvo el discurso del rey Mou de los últimos clásicos, lo hizo con un tono bajo, expresó el mensaje más bien “a bonico”, como se suele decir en mi tierra, pero ahí lo dejó, de nuevo: “el eterno pesar”.
No me gusta, no me gusta nada. De nuevo quejas… El Madrid no debería hablar de arbitrajes, al menos siempre que sea posible. En el partido de la Supercopa (penalti hurtado aquí, penalti hurtado allá) el arbitraje no fue decisivo, ni mucho menos me horroriza que el Real Madrid, el club más laureado del fútbol mundial, se convierta en un llorón, sin embargo, por ahí van los tiros. Ese no es el camino, no el mío. (Y el del Real Madrid tampoco, estoy convencido).
Por otro lado, sí me gustó, y mucho, la respuesta de Xabi Alonso, un adalid al servicio del honor blanco, un tipo al que siempre amaré en secreto. Nada más terminar la batalla, con los pies todavía calientes, extenuado y con la sangre aún en ebullición, atendió a una reportera de TVE. Tras dar su interpretación de lo acontecido en el césped se enfrentó a la última pregunta de la periodista: ¿quién es ahora el favorito para el título? El tolosarra respondió con rapidez y determinación, incluso con cierta ira contenida, diría yo. “Me da igual quien sea el favorito. Nosotros iremos a ganar”. Eso fue lo que dijo el amo del centro del campo blanco. Así se escriba y así se cumpla.
Además de Xabi Alonso, también habló Casillas, el capitán del equipo. Considero adecuado y oportuno que tras un Madrid-Barca los pesos pesados y máximos responsables de cada club den su particular visión de las cosas. Mourinho no dio la cara, esa es la realidad, lo qué no sé bien es cómo interpretar su silencio. ¿Apatía? ¿Desconsideración? ¿Estrategia? Y en este último caso, ¿de contención? ¿De provocación? ¿De presión? Lo ignoro. Lo que tengo claro es que el entrenador del Real Madrid debe comparecer ante los medios, especialmente tras encuentros de este calado.
El caso es que una nueva temporada ha vuelto comenzar y lo ha hecho por la puerta grande, con una confrontación que sigue aumentando en cada choque una rivalidad legendaria. El clásico de los clásicos goza de muy buena salud, pregunten a la televisión, y tiene un lenguaje propio. Merengues y blaugranas intentarán eternamente alzar la voz por encima de su enemigo, decir siempre la última palabra.
Villa y Messi hablaron en el campo, ambos mediante mortíferos susurros, uno preso de belleza y el otro ebrio de oportunismo. Lo del Madrid me parecieron zarpazos llenos de estruendo, un ruido nacido del deseo ancestral y vengativo de superar al eterno rival, de la desesperación que ha incrustado en el corazón blanco tanto éxito culé. La sensación es que el Barca ha dicho bastante sin abrir mucho la boca y que el miércoles soltará su verdadero discurso. El combate promete, el Barcelona es un equipo alejado del mundanal ruido, un conjunto cuyo juego suena a Mozart, a Debussy. El Madrid es wagneriano.
Veremos si Mourinho logra silenciar el Camp Nou y si, en tal caso, el portugués saldrá entonces a la palestra.