La vida subterránea de Derinkuyu

Publicado el 23 mayo 2014 por Eslabon Perdido Eslabon Perdido @PerdidoEslabon

En 1963, un habitante de Derinkuyu (en la región de Capadocia, Anatolia central, Turquía), derribando una pared de su casa-cueva, descubrió asombrado que detrás de la misma se encontraba una misteriosa habitación que nunca había visto; esta habitación le llevó a otra, y ésta a otra y a otra…

Por casualidad había descubierto la ciudad subterránea de Derinkuyu, cuyo primer nivel pudo ser excavado por los hititas alrededor del año 1400 a.C. Los arqueólogos comenzaron a estudiar esta fascinante ciudad subterránea abandonada. Consiguieron llegar a los cuarenta metros de profundidad, aunque se cree que tiene un fondo de hasta 85 metros. En la actualidad se han descubierto 20 niveles subterráneos. Sólo pueden visitarse los ocho niveles superiores ya que los demás están parcialmente obstruidos o reservados a los arqueólogos y antropólogos que estudian la ciudad.

La ciudad fue utilizada como refugio por miles de personas que vivían en el subsuelo para protegerse de las frecuentes invasiones que sufrió Capadocia, en las diversas épocas de su ocupación, y también por los primeros cristianos.

Los enemigos, no se atrevían a entrar en el interior de la ciudad ya que sabían que eran totalmente peligroso, así que optaban por envenenar el agua de los pozos para conseguir que la población saliera al exterior de la ciudad.

El interior contiene galerías subterráneas que ser bloqueadas en tres puntos estratégicos desplazando puertas circulares construidas de piedra impidiendo así el paso de los enemigos. Estas piedras eran asombrosas ya que median de 1 a 1,5 metros de altura, unos 50 centímetros de anchura y podían llegar a pesar hasta 500 Kilos como se puede apreciar en las imágenes.

Pero la cosa no queda ahí, Derinkuyu tiene un túnel de casi 8 kilómetros de largo que conduce a otra ciudad subterránea de Capadocia, llamada Kaymakli.

Jenofonte, un historiador griego ya hablaba de estas ciudades en su obra “Anábisis” explicando que las personas que vivían en la Anatolia habían construido sus casas bajo tierra lo suficientemente grandes para vivir su familia, sus animales y todo el suministro de alimentos que podían llegar a almacenar.

Lo cierto es, que los niveles que se han podido recuperar se han encontrado establos, comedores, cocinas (que continúan negras del hollín de las hogueras del fuego para cocinar) prensas para el vino y aceite, bodegas, tiendas de alimentación, una escuela, un número elevado de habitaciones, una iglesia enorme de planta cruciforme y un bar.

Además por la ciudad pasaba un río subterráneo, que mantenía los pozos que se habían construido con agua, pero una de las cosas que más a asombrado a los ingenieros de la actualidad es que se han encontrado 52 pozos de ventilación para que se pudiera estar bien sin la falta de aire.

Sin duda, Derinkuyu es un lugar precioso para visitar.