La vida te da sorpresas

Por Spanierin

Hoy he presenciado uno de esos actos de generosidad que le hacen a una recuperar la esperanza en el ser humano.

Estación central de trenes de Salzburgo. Que es como Atocha en Madrid, sólo que relativamente más pequeña. 13:30 horas. Sala de espera (por aquello de evitar sentarme en un banco en el andén, que hacía fresquete). Me siento a comerme tranquilamente un bocadillo recién comprado y oigo que en los bancos de enfrente hay un chico sollozando. Es decir, ha empezado sollozando y ha acabado llorando a lágrima viva. Tanto, que no había manera de entender la conversación que estaba manteniendo por teléfono. El chico finaliza su llamada, sin poder parar de llorar, y una chica que hay sentada junto a mí, se levanta, se acerca a él, le dice que no se preocupe y que vayan a dar un paseo, que le va a venir muy bien.

¿Quién me iba a decir a mí que en un lugar tan de paso como es ese hay gente que tenga gestos tan bonitos como el de esa chica? Los austriacos tienen fama de ser gente fría y distante, de ser muy suyos y no relacionarse demasiado con el resto... Pero eso no es cierto. Sí que pueden ser más o menos reticentes cuando conocen a alguien por primera vez; los hay que son tacaños; otros no ven con buenos ojos a los inmigrantes... en definitiva, hay de todo un poco. Pero lo que sí he aprendido en estos últimos años es que cuando llegas a conocer de verdad a un austriaco ganas un amigo y a una persona que está ahí cuando la necesitas. Y eso es lo que he visto hoy en esa chica, y ése es uno de los motivos por los que me gusta este país, tengo que confesarlo. Hará frío, la gente será menos abierta que en España, pero son sinceros y no tienen maldad ninguna.

Una media hora después de lo que os describo, los dos han vuelto a la estación y, tras intercambiar sus teléfonos, la chica le ha dicho al chico que mañana volverán a verse. ¡Me encanta!

Y a todo esto... ¿que qué hacía yo hoy en Salzburgo? Esa es una historia que os podré contar los próximos días... ¡Estad atentos!