Reiteradamente me lo pregunto, y las respuestas nunca son convincentes, nunca llenan ese vacío, parecen ser claras, pero eso sólo dura un momento. Y luego, todo vuelve a ser borroso, como cuando miramos a través de un vidrio empañado, todo está ahí, pero sólo podemos ver su silueta. Inmediatamente pasamos nuestra piel, o nuestro suéter por él, y aparece todo, con mas forma, con más color, con más definición.
Pero frente a mi pregunta, el vidrio se empaña durante un largo tiempo, y cuando logro des-empañarlo, sólo dura unos segundos y luego vuelve a estarlo, vuelve a borronearse todo, y de nuevo, vuelven mis intentos por quitar las partículas de agua, quitar esa capa que me confunde, que me hace dudar de todo.
Y es que mi pregunta es complicada, en realidad no es complicada la pregunta, sino su respuesta, pero debo decir que desde que tengo uso de razón esta allí, siempre esperando, acechando, mirándome fijo, como si nada le afectara y alterara su esencia.
Creo que ya están ansiosos de conocerla, de que se las presente. Voy a cumplir su deseo, en el siguiente párrafo.
¿Qué es la vida? ¿De qué se trata? ¿Cuál es el sentido?, de estas tres preguntas surge la que ha estado torturándome durante muchos años, y aún sigue haciéndolo.
¿Cuál es el sentido de la vida?
Muchas veces me pregunté también porqué tenemos la capacidad de hacernos esa pregunta, pero no la de responderla. Es un círculo vicioso.
En los siguientes artículos les iré contando de mis encuentros con las diferentes respuestas y mis argumentos a favor y en contra de ellas.
Quizás en este proceso, termine encontrando la verdad, la respuesta definitiva. Esa que tanto tiempo busqué, esa que tantas vueltas da en mi cabeza y que no encuentra su lugar en ella. Quizás ya esté dentro mío.